
Sin importar las decenas de migrantes que ha pisado... Donald Trump continúa haciendo valer su palabra y no cesa en su promesa de “volver a hacer América grande otra vez” deportando a todos los indocumentados que se crucen en su camino... incluso aunque sean parte fundamental para sostener la economía de Estados Unidos...
Y es que a pocas horas del anuncio de la Secretaría de Agricultura, advirtiendo que ningún migrante dedicado al campo gozaría de amnistía... las autoridades dieron el primer golpe bajo en la granja Glass House en California.
El expolicía detrás de Glass House
La granja no es una cualquiera. Glass House Farms es uno de los mayores productores legales de marihuana en Estados Unidos y su dueño, Kyle Kazan, es expolicía y simpatizante de Trump.
Kazan, exoficial del Departamento de Policía de Los Ángeles, se convirtió en uno de los mayores productores legales de cannabis del país. Según sus propias palabras, Glass House produce más de 60 mil libras de marihuana al año y espera superar pronto la marca del millón, contando con seis millones de pies cuadrados de invernaderos, de los cuales apenas usa la mitad.
Su incursión en el negocio del cannabis comenzó con socios de dudosa reputación, incluidos allegados al polémico magnate Suge Knight, pero asegura haber limpiado la operación y atraer inversiones legítimas que convirtieron a Glass House en “la mayor cultivadora de cannabis del mundo”, según el inversionista Marc Cohodes.
Kazan ha abogado por la clemencia a traficantes no violentos de marihuana y ha criticado tanto a demócratas como a republicanos por mantener a miles de personas en prisión por delitos de cannabis. Considera que los consumidores de marihuana deberían ser tratados como consumidores de alcohol: permitiéndoles consumir de forma legal, pero exigiendo un comportamiento seguro.
La redada en Glass House: gases, helicópteros y migrantes
La mañana del jueves, el silencio entre los invernaderos de Camarillo se rompió con el rugido de helicópteros Blackhawk y el estruendo de vehículos blindados de la Patrulla Fronteriza y de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
El operativo inició alrededor de las 10 de la mañana en la granja Glass House y su sede en Carpintería, Santa Bárbara, donde agentes federales ejecutaron órdenes de cateo en busca de migrantes indocumentados. Elementos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) se desplegaron entre cultivos de cannabis, tomates y pepinos mientras cerraban los accesos principales.
Para dispersar a manifestantes y trabajadores que intentaban huir, los agentes lanzaron gases lacrimógenos de gran potencia. La escena pronto se volvió caótica: 14 personas resultaron heridas, cinco fueron hospitalizadas y al menos una se encuentra en estado crítico tras caer de más de nueve metros desde un invernadero mientras intentaba escapar, con fractura de cuello y soporte vital para seguir con vida.
Los vecinos describieron cómo helicópteros patrullaban la zona mientras se formaban barricadas de vehículos federales que impedían el acceso a la granja. Algunos testigos dijeron que, aunque presentaron documentos en regla, fueron detenidos y llevados a instalaciones de revisión antes de ser liberados.
El hallazgo de menores en los campos de cannabis
En medio de la redada, la CBP reportó el hallazgo de 10 menores indocumentados trabajando en el campo, de los cuales ocho eran no acompañados. El comisionado Rodney Scott, en un mensaje en X, afirmó que investigarán estos casos como posible violación a las normas de trabajo infantil y acusó al gobernador Gavin Newsom de permitir estas condiciones.
Newsom, por su parte, respondió con dureza en redes: “Niños corriendo para alejarse de los gases, llorando al teléfono porque se han llevado a sus madres de los campos. Trump me llama basura, pero él es la verdadera basura”.
El operativo continuó durante todo el día. Sobre las dos de la tarde, agentes federales y miembros de la Guardia Nacional enviados por Trump formaron un cerco para impedir el paso a familiares que llegaban buscando noticias de sus seres queridos. Algunos activistas intentaron bloquear los camiones de ICE para evitar que se llevaran a los migrantes detenidos.
Testimonios de dolor y rabia
“Ya se lo han llevado”, contó entre lágrimas Darria Rosalez, buscando a su primo en el campo. “Ninguno estaba haciendo nada malo, solo estaban trabajando para una vida mejor”.
Dalia Pérez relató a medios locales que su madre, quien lleva 30 años trabajando en los campos de California, fue detenida en medio del caos: “Estoy enfadada y desesperada… no ha hecho nada más que trabajar”.
Las protestas fueron tan intensas que un profesor de Filosofía de CalState fue arrestado mientras ayudaba a un hombre en silla de ruedas que fue empujado por agentes durante el desalojo.
Vianey Lopez, supervisora del condado de Ventura, señaló que la situación era “muy preocupante para la seguridad de quienes protestan con rabia y decepción por lo que está ocurriendo con la gente trabajadora de nuestra comunidad”.
La postura oficial y el apoyo consular
El Departamento de Seguridad Interna (DHS) declaró que sus fuerzas del orden actuaron bajo órdenes judiciales y que continuarán aplicando la ley. El fiscal federal Bill Essayli advirtió que quien interfiera con las operaciones sería arrestado y pidió información sobre un hombre que disparó un arma durante el operativo, ofreciendo una recompensa de 50 mil dólares.
Mientras tanto, la Secretaría de Relaciones Exteriores de México (SRE) activó protocolos de asistencia a connacionales afectados por las redadas. A través del Consulado en Oxnard, Ventura, ofreció apoyo legal y consular a las personas detenidas, exhortando a las familias a comunicarse a las líneas de emergencia para solicitar ayuda:
- Celular de emergencia: 1 (805) 627 3520
- Línea de Protección Consular: 1 (520) 623 7874
Un operativo con impacto nacional
Durante este viernes, las instalaciones de Glass House permanecieron cerradas. No se ha informado oficialmente el número exacto de detenidos, pero reportes de medios locales estiman que podrían superar el centenar.
La empresa emitió un breve comunicado informando que colaboraron con las autoridades y que cumplirán con todos los requisitos legales mientras se aclara la situación.
El caso ha desatado un nuevo debate sobre las políticas migratorias de Donald Trump y su impacto en la economía agrícola y de cannabis en California, exponiendo las tensiones entre el cumplimiento de la ley y el uso de mano de obra migrante en sectores que, irónicamente, resultan vitales para la producción y los impuestos del propio Estado.
Mientras tanto, en los campos de Camarillo y Carpintería, el eco de las protestas, los helicópteros y los gritos de familias separadas resuena entre los invernaderos de cristal y las plantas de cannabis, recordando que para muchos, la promesa de “volver a hacer América grande otra vez” significa perderlo todo, incluso la vida, en el camino.