
En silencio, sin cámaras y lejos del territorio que algún día lo tachó de intocable, Ovidio Guzmán López, alias “El Ratón”, finalmente se rindió ante la justicia estadounidense.
Hoy, Ovidio está a punto de romper el silencio, de divulgar secretos del Cártel de Sinaloa y de revelar cómo opera el narcotráfico en México. Busca cooperar con las autoridades que pretenden juzgarlo por tráfico de fentanilo, cocaína, metanfetaminas, lavado de dinero y portación de armas de uso exclusivo del Ejército. Todo ello representa el cierre de un capítulo sangriento, turbulento y humillante para Sinaloa, pero también para el gobierno mexicano.
Según documentos judiciales a los que se ha tenido acceso, “El Ratón” se prepara para declararse culpable en una corte federal de Chicago el próximo 9 de julio, con la intención de evitar la pena de muerte o repetir la historia de su padre, condenado a cadena perpetua en 2019 en una prisión de máxima seguridad.
A diferencia de otros líderes del narcotráfico, Ovidio no es un criminal cualquiera. En su momento gozó de un privilegio inédito en la historia reciente de México: fue detenido por las fuerzas federales y liberado pocas horas después por instrucciones presidenciales.
El operativo al que se refería entonces el Presidente de la República derivó en lo que hoy se conoce como “El Culiacanazo” o “Jueves Negro”.