
DEA lanza Proyecto Portero y Sheinbaum lo desmiente
La contradicción estalló en menos de 24 horas. El lunes 18 de agosto, la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) difundió un comunicado en el que presumía el inicio del Proyecto Portero, una operación que —según la dependencia— contaba con la participación de México para debilitar a los jefes de plaza de los cárteles.
La mañana del martes 19, desde el Salón Tesorería de Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo fue tajante. “No hay ningún acuerdo con la DEA. Emitieron un comunicado, no sabemos con base en qué. Nosotros no hemos llegado a ningún acuerdo, ninguna de las instituciones de seguridad”, dijo frente a los reporteros, marcando distancia con la versión estadounidense.
El anuncio de la DEA
La DEA presentó el Proyecto Portero como una ofensiva directa contra los llamados guardianes de los cárteles, definidos como jefes de plaza que controlan corredores de contrabando en la frontera suroeste.
La agencia explicó que estos operadores son quienes dirigen el flujo de fentanilo, metanfetamina y cocaína hacia Estados Unidos, y al mismo tiempo garantizan que armas de fuego y grandes cantidades de dinero en efectivo regresen hacia México.
Para la DEA, atacarlos es golpear la columna vertebral del negocio criminal.
El plan contemplaba un programa intensivo de capacitación de varias semanas en un centro de inteligencia estadounidense, donde investigadores mexicanos compartirían sesiones con fiscales, agentes federales, funcionarios de defensa y analistas de inteligencia. La idea era construir objetivos comunes, coordinar estrategias y reforzar el intercambio de información.
El administrador de la agencia, Terrance Cole, lo presentó como un parteaguas: “El Proyecto Portero muestra cómo vamos a luchar: planificando y operando codo con codo con nuestros socios mexicanos. Es un primer paso audaz en una nueva era de aplicación de la ley transfronteriza”.
La aclaración en Palacio Nacional
Un día después, la narrativa cambió. Sheinbaum explicó que lo único en marcha es un taller de capacitación en Texas para policías de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC). Subrayó que esa actividad puntual no puede confundirse con un plan conjunto.
Agregó que el único convenio formal en curso es un acuerdo de seguridad bilateral trabajado con el Departamento de Estado, que está próximo a firmarse y que se basa en cuatro principios: soberanía, confianza mutua, respeto territorial y coordinación sin subordinación.
“Es todo lo que hay, no hay nada más. No sabemos por qué emitieron este comunicado en materia de seguridad”, insistió.
Quiénes son los guardianes
En la jerga de la DEA, los guardianes son los operadores que controlan zonas de cruce en la frontera. No son capos de alto perfil, pero administran corredores estratégicos: deciden qué cargamentos pasan, cobran cuotas, vigilan que la droga llegue y que el dinero regrese.
Su función es decisiva: sin ellos, los corredores se bloquean y el trasiego se interrumpe. Para la DEA, neutralizarlos significa afectar la logística criminal de forma más directa que capturar a los grandes líderes.
Una relación de cooperación accidentada
La discrepancia sobre el Proyecto Portero se suma a una relación marcada por altibajos. Y es que durante el sexenio de Felipe Calderón, la DEA operaba ampliamente en México. Eso cambió en 2020, tras la detención y liberación en Estados Unidos del exsecretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos.
Desde entonces, el gobierno mexicano impuso límites estrictos a la actuación de agentes extranjeros, bajo la supervisión directa de la Cancillería.
Sheinbaum lo recordó en su conferencia: “Cualquier comunicación conjunta se hace de manera conjunta. Nosotros no validamos algo que se emita por parte de una institución del Gobierno de Estados Unidos que no se haya consultado al Gobierno de México”.
Trasfondo político
El desencuentro ocurre mientras México mantiene negociaciones comerciales y de seguridad con la administración de Donald Trump. En los últimos seis meses, el gobierno mexicano ha extraditado a más de 50 integrantes de cárteles a cortes estadounidenses.
Además, a inicios de agosto, se reconoció que un avión no tripulado estadounidense sobrevoló territorio mexicano en apoyo a una investigación contra delincuencia organizada. El episodio mostró que la cooperación existe, pero bajo condiciones pactadas.
Dos versiones enfrentadas
Para la DEA, el Proyecto Portero es ya un esfuerzo conjunto. Para México, es solo un comunicado sin sustento. La diferencia vuelve a mostrar la fragilidad de la relación bilateral en seguridad: Estados Unidos busca mayor injerencia en la lucha contra el fentanilo, mientras México insiste en preservar su soberanía.
Por ahora, la iniciativa queda atrapada entre dos narrativas opuestas. En Washington, se presenta como un ejemplo de colaboración. En la Ciudad de México, se descarta como un anuncio unilateral. En medio, los corredores de la frontera siguen bajo control de los llamados guardianes, operadores silenciosos que sostienen el tráfico de droga, armas y dinero, mientras dos gobiernos no logran acordar cómo enfrentarlos.