Este 16 de agosto, la violencia volvió a alcanzar a los creadores de contenido digital, ahora con el asesinato de Camilo Ochoa Delgado, conocido en redes sociales como “Don Camilo” o “El Alucín”, ejecutado al interior de su domicilio en Morelos. Su cuerpo, de acuerdo con la Fiscalía General del Estado, fue localizado después de que vecinos y familiares alertaran sobre detonaciones.
El cadáver fue encontrado con varios tiros en el pecho, tirado frente al inodoro. Vestía pantalón gris, camisa negra, cinturón y pantalón color café. Junto a él había un envoltorio de una famosa galleta de chocolate rellena de malvavisco. En el rostro, según trascendió, los asesinos le habrían colocado sus característicos lentes de sol. Pero el homicidio de Ochoa Delgado no ocurrió en el vacío: fue la suma de una serie de amenazas y acciones que ensombrecieron su pasado, en el que él mismo relató haber formado parte de las filas del crimen organizado.
Aunque la carpeta de investigación permanece abierta y sin detenidos confirmados hasta el momento, la muerte de Don Camilo no es ajena al mundo de los influencers. En los últimos meses, otros ataques y ejecuciones también se han viralizado, la mayoría por señalamientos que los relacionaban con “Los Chapitos”, facción del Cártel de Sinaloa encabezada actualmente por los hermanos Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
El antecedente inmediato data entre el 9 y 10 de enero de este año, cuando la capital de Sinaloa amaneció con una escena inusual: una avioneta arrojó volantes en los que señalaban a 25 músicos, influencers y youtubers como supuestos operadores financieros y colaboradores de “Los Chapitos”.
En las hojas los catalogaban como parte del cártel de “Los Sapitos” y advertían a la población que dejara de apoyar con views a los señalados. En la lista incluían a Markitos Toys, sus hermanos Gail, Kevin y Mayve Castro, además de los cantantes Peso Pluma, Roberto Tapia y Fidel Castro, junto con Don Camilo.
Desde entonces, al menos seis de los mencionados han sido asesinados en el transcurso de un año: Juan Carlos “El Chilango”; Miguel Vivanco, “El Jasper”; Leobardo “Gordo Peruci”; Gael “Gail” Castro Cárdenas; Adrián Antonio López; y ahora “El Alucín”.
Apenas había pasado un día de la ejecución cuando el canal Grillonautas difundió un video póstumo de Ochoa Delgado. En el material, el influencer detallaba meses de persecución y amenazas, relatando cómo distintos grupos criminales lo acosaban desde finales de 2024.
En esa grabación también denunció seguimientos en Ciudad de México, campañas de intimidación en redes sociales y amenazas directas de cuentas ligadas al crimen organizado.
Incluso, entre las publicaciones en redes sociales, el crimen se le atribuyó a La Mayiza, facción también del Cártel de Sinaloa ligada a Ismael Zambada Siacairos, “El Mayito Flaco”, hijo de “El Mayo” Zambada.
Ochoa había narrado públicamente su trayectoria. Nació en marzo de 1982 en Sinaloa, en el seno de la familia fundadora de la cadena de restaurantes El Pollo Loco. Desde niño creció entre lujos, viajes y la administración del negocio familiar, pero, según sus palabras, nunca nada lo llenó como la adrenalina que le provocaba hacer algo que sabía que estaba mal.
El punto de quiebre llegó en 2004, cuando con tan solo 22 años fue secuestrado en Nuevo Laredo por “Los Zetas”. Pasó siete días en cautiverio, torturado, hasta que su familia pagó un rescate. Tras el episodio, abandonó su rol como empresario y se involucró en el narcotráfico.
Fue en 2014 cuando se integró a la facción de Dámaso López Núñez, “El Licenciado”, como parte de las operaciones logísticas del Cártel del Pacífico en Mazatlán, donde en poco tiempo alcanzó el cargo de jefe de plaza. Un año más tarde fue detenido y condenado a siete años de prisión por posesión de armas exclusivas del Ejército. Recuperó su libertad el 23 de abril de 2022 y poco después comenzó a relatar su historia en diversas entrevistas.
El asesinato de Camilo Ochoa es el más reciente de una lista de creadores e intérpretes que han caído en los últimos meses. Uno de los puntos más visibles ocurrió en marzo de 2025, cuando Gael Castro Cárdenas, “Gail Toys”, hermano de Markitos Toys, fue ejecutado en un restaurante de Ensenada, Baja California. El crimen encendió las alertas porque representó un golpe directo a la familia Castro, uno de los clanes más expuestos desde que su nombre apareció en los volantes arrojados en Culiacán.
Un par de meses antes, el 10 de enero de 2025, fue encontrado sin vida Agustín Paul, “El Pinky”, de apenas 22 años. Su cuerpo apareció en la carretera La Costerita, en Culiacán, atado de pies y manos y con impactos de bala. Poco después se difundió un video en el que él mismo admitía haber filtrado información a un grupo rival, un episodio que reforzó la narrativa de que los influencers estaban en medio de una guerra criminal.
La escalada ya había tenido un capítulo fuerte en diciembre de 2024, cuando Leobardo Aispuro Soto, “Gordo Peruci”, fue atacado a balazos afuera de su domicilio en la colonia 21 de Marzo, en Culiacán. Murió al instante y su esposa resultó gravemente herida. Días antes, el 23 de noviembre de 2024, el creador de contenido Miguel Vivanco, “El Jasper”, fue hallado con huellas de tortura en un camino rural del sector de El Quemadito, entre Quilá y Costa Rica, con los ojos vendados y esposado.
Semanas antes, el 19 de octubre de 2024, había sido ejecutado en plena vía pública el tiktoker José Carlos, “El Chilango”, conocido por la venta de dulces y con más de 37 mil seguidores. Fue atacado de forma directa frente a una gasolinería en la zona de Isla Musala por sicarios a bordo de una motocicleta. El primer caso que marcó esta serie fue el del cantante y youtuber Alan Samudio, ocurrido el 17 de septiembre de 2024, cuyo cuerpo fue localizado bajo un puente en el libramiento La Costerita de Culiacán.
Hoy, en paralelo a los homicidios, Estados Unidos reactivó la cacería contra Iván Archivaldo Guzmán. Apenas un día antes del asesinato de Don Camilo, el 15 de agosto de 2025, el Departamento de Seguridad Nacional anunció una recompensa de 10 millones de dólares por información que conduzca a su captura, describiéndolo como “armado y extremadamente peligroso” e incluyéndolo en la lista de los criminales más buscados.
Esta decisión refuerza, según expertos, la presión sobre Los Chapitos y se enmarca en la guerra que mantienen con la facción de Ismael “El Mayo” Zambada.
En tanto, de regreso en México, el mensaje de los volantes y la lista de ejecuciones delinean una realidad: la frontera entre la fama digital y la violencia del narcotráfico se ha vuelto cada vez más difusa.