
Desde principios de 2020, el virus ya estaba presente en varios países y algunos comenzaban a tomar medidas de precaución, especialmente en lugares concurridos, pero fue hasta el 11 de marzo de 2020, cuando la OMS pronunció las palabras que literalmente cambiaron el rumbo del planeta entero.
Ese día, la OMS ya tenía contabilizados 120 mil casos en 114 países, además de 4 mil personas fallecidas. Los supermercados y tiendas de conveniencia comenzaron a verse abarrotadas y productos básicos, como el arroz, frijoles, sopas instantáneas, bebidas alcohólicas e incluso el papel higiénico, escasearon en casi todos los lugares del planeta, no solo de México.
Desde entonces, la mayoría de los países anunciaron duras y estrictas medidas sanitarias, como toques de queda, la prohibición de salir a las calles, gimnasios, escuelas, plazas comerciales y demás lugares concurridos. Se cancelaron conciertos, carnavales, ponencias, además, quienes no se dedicaban a tareas calificadas en ese periodo como “esenciales”, tenían la orden de permanecer en casa, estrictamente solo podían salir médicos, enfermeras, comunicadores, periodistas y algunas autoridades.
Medidas a las que, tarde pero seguro, se unió el gobierno mexicano. Fue hasta el 28 de marzo de 2020, cuando el entonces Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, pidió a los mexicanos “quedarse en casa”, volviéndose una de sus frases más “emblemáticas” durante su administración.