
Con flores, velas, mensajes escritos a mano y un silencio cargado de duelo, la comunidad mexicana en Nueva York rindió homenaje a los cadetes América Yamilet Sánchez y Adal Jair Marcos, fallecidos tras el accidente del Buque Escuela Cuauhtémoc en el Puente de Brooklyn. Entre los presentes, destacó una agrupación que históricamente ha alzado la voz por su gente: Los Tigres del Norte.
El acto fue realizado a un costado del buque, aún atracado, convertido ya en símbolo de luto y de resistencia migrante. Convocados por asociaciones civiles, residentes y representantes diplomáticos, el memorial congregó a familiares, marinos, figuras públicas y miembros del gobierno local, entre ellos el alcalde de Nueva York, Eric Adams.
Los Tigres del Norte, fieles a su tradición de acompañar las luchas del pueblo, no dudaron en asistir. La agrupación se sumó a la vigilia con un gesto espontáneo de solidaridad. “Cuando les dijimos que iban a estar aquí haciendo esta vigilia, dijeron: nosotros queremos ir”, relató uno de los organizadores.
En el lugar, los músicos caminaron con respeto hacia el memorial, donde se leyeron mensajes y se compartió un minuto de silencio. La escena quedó registrada en un video difundido por las redes sociales oficiales de la banda, en el que se escucha el mensaje de Jorge Hernández:
“Les quiero, mis hermanos, con esta pena de estos compañeros que se nos fueron y desearle a su familia pronta conciliación para que se recuperen pronto de esta pérdida. A nombre de todos Los Tigres del Norte, muchísimas gracias a todos. Gracias.”
La presencia de la agrupación no pasó desapercibida. A lo largo de su trayectoria, Los Tigres del Norte han sido más que intérpretes de corridos: han sido cronistas musicales de la migración, el desarraigo, la esperanza y la memoria colectiva. Su asistencia no fue un acto de promoción ni una parada planeada. Fue un reflejo de ese vínculo que han construido con las causas sociales que les dieron voz.
“Estamos acá con ustedes, demostrándoles la solidaridad que también ustedes han tenido con Los Tigres del Norte. Nosotros, si algo tenemos, es que levantamos siempre la bandera por nuestra gente”, añadieron en su mensaje.
La tragedia ocurrió apenas unos días antes. El Buque Escuela Cuauhtémoc, orgullo de la Armada de México y emblema de la formación naval, había llegado a Nueva York como parte de su gira de instrucción. Pero en lugar de una bienvenida ceremonial, el atraque terminó en desastre: una falla durante las maniobras provocó que la embarcación impactara contra el Puente de Brooklyn.
El golpe cobró la vida de dos jóvenes cadetes. América Yamilet Sánchez y Adal Jair Marcos no eran simples nombres en una lista de tripulantes. Eran hijos, hermanos, compañeros. Estudiantes con futuro. Jóvenes que habían jurado servir al país desde el mar, y que murieron en una ciudad ajena, a miles de kilómetros de casa.
Desde entonces, su ausencia ha dejado una grieta no solo en la comunidad naval, sino entre los migrantes que encontraron en ese buque una presencia mexicana en el extranjero. La bandera ondeando en el mástil ya no es solo símbolo de patria: es también testigo de duelo.
Por eso, la noche del homenaje no fue solo una ceremonia. Fue un acto de pertenencia, de identidad. La música no sonó, pero la presencia de Los Tigres del Norte habló más fuerte que cualquier canción. Sin instrumentos, sin escenario, sin reflectores. Solo con palabras simples y dolor compartido, los músicos caminaron entre la gente como uno más.
Y ahí, entre las velas, las flores y los abrazos que no alcanzan, quedó claro que en momentos así no hay títulos ni fama que valgan. Lo único que importa es estar. Acompañar. Sostener el dolor del otro. Así lo entendieron ellos. Así lo entendió Nueva York esa noche.
Porque en cada acto de memoria, la música popular también honra. Y los que se han ido, nunca se van del todo.