
Este lunes, la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos (NTSB) emitió su primer informe preliminar sobre el accidente, confirmando que los daños al velero superan el medio millón de dólares. Aunque el puente de Brooklyn no sufrió afectaciones estructurales graves, la colisión dejó secuelas en el buque, que ahora permanece en reparación mientras continúa la investigación.
El informe, calificado como “preliminar y sujeto a cambios”, no define aún las causas del accidente ni asigna responsabilidades. Sin embargo, narra con precisión cómo, entre las 20:19 y las 20:27 horas de aquella noche, el Cuauhtémoc, con 277 tripulantes y cadetes a bordo, inició maniobras de salida con apoyo de un remolcador y bajo la supervisión de dos prácticos de puerto. Lo que comenzó como una maniobra rutinaria se convirtió en una tragedia: dos cadetes, América Yamileth Sánchez, de 20 años, y Adal Jair Maldonado, de 23, perdieron la vida y 19 tripulantes resultaron heridos.
La cronología indica que, tras soltar amarras, el buque comenzó a desplazarse en reversa, aumentando su velocidad de 3.3 a 5.9 nudos antes de que sus mástiles impactaran con la parte inferior del puente. Los tres mástiles resultaron fracturados y deformados, mientras que el timón quedó atorado en posición perpendicular, imposibilitando maniobras evasivas antes del choque final contra un dique en la orilla oriental del río.
La NTSB detalló que el control de la maniobra estaba a cargo del piloto de puerto, quien emitía órdenes que se transmitían al capitán y luego a la tripulación. Sin embargo, el informe reconoce que, a pesar de las órdenes de avanzar para alejarse del muelle, el velero siguió retrocediendo y acelerando hacia el puente sin que se haya explicado por qué. El informe subraya que tanto el capitán como los pilotos y el capitán del remolcador fueron sometidos a pruebas de alcohol y drogas, todas con resultados negativos.
Por ahora, la NTSB ha confirmado que la investigación seguirá analizando el sistema de propulsión, los procedimientos operativos y la capacitación de la tripulación, y advierte que las conclusiones finales podrían tardar uno o dos años.
La Secretaría de Marina de México reiteró su respeto al proceso técnico y legal en curso y aseguró que colabora con las autoridades estadounidenses con un equipo de ingenieros navales y asesores jurídicos, mientras realiza su propia investigación interna sobre el incidente.
El Buque Cuauhtémoc, símbolo de la diplomacia naval mexicana y embajador flotante de México, había atracado en Manhattan el 13 de mayo como parte de un viaje de entrenamiento de 254 días con escalas en 15 países. Tras el accidente, su destino cambió drásticamente y ahora se encuentra bajo reparación en un astillero local, con sus mástiles caídos y un timón inutilizado como testigos de la tragedia.
Mientras las investigaciones avanzan, el Cuauhtémoc permanece detenido en su misión, marcado por el recuerdo de una noche que terminó con vidas perdidas, heridos y daños materiales que superan los 500 mil dólares. La ciudad de Nueva York sigue con su rutina, mientras el East River guarda el eco de aquella colisión que mostró, una vez más, que incluso en los buques más emblemáticos, un error o una falla pueden cambiarlo todo en cuestión de segundos.