
La madrugada del lunes se levantó pesada en el norte de Culiacán. No era solo la humedad del aire ni el polvo que cubre los hombros de quienes madrugan en la carretera México 15. Era el silencio raro que se apoderó del puente del seminario, a unos metros del asfalto, cuando la Guardia Nacional y policías estatales llegaron con sirenas cortas, al recibir la llamada de emergencia que alertaba de cuerpos colgados.
Sobre ese puente, con los pies hacia el vacío, colgaban cuatro hombres. Decapitados, colgados de las extremidades, con cuerdas improvisadas que se tensaban bajo el peso de cada uno. Abajo, sobre el pavimento, una bolsa negra contenía cinco cabezas humanas. La escena, escalofriante, era una advertencia silenciosa en una tierra que ha visto demasiadas advertencias.
A un costado, a un lado del puente, una camioneta blanca tipo van permanecía con las puertas traseras abiertas. Adentro, apilados como si fueran costales, se encontraban 16 cuerpos, uno de ellos también decapitado. Todos eran hombres. Todos presentaban heridas por arma de fuego. Todos víctimas de una guerra que no se detiene.
El hallazgo y la intervención
Fue durante las primeras horas del lunes 30 de junio cuando se reportó el hallazgo. Elementos de la Guardia Nacional, de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) y de la Fiscalía General del Estado acudieron a la zona y cerraron la circulación en ambos sentidos de la carretera México 15, principal vía de conexión con el norte de Culiacán. Los peritos comenzaron a documentar cada cuerpo, cada herida, cada posición en que fueron hallados.
En la camioneta se localizó una lona con un mensaje, una “narcomanta” que las autoridades retiraron de inmediato. Aunque no se ha dado a conocer públicamente el contenido, fuentes de la investigación señalaron que se atribuye el multihomicidio a la disputa entre facciones del Cártel de Sinaloa: Los Chapitos, liderados por Iván y Alfredo Guzmán Salazar, e Ismael Zambada Sicairos, “El Mayito Flaco”, hijo de Ismael “El Mayo” Zambada.
Ninguno identificado
Hasta el momento, las autoridades no han identificado a las víctimas. Los cuerpos fueron trasladados al Servicio Médico Forense, donde se realizarán las autopsias y pruebas de identificación que permitan, eventualmente, notificar a las familias.
La incertidumbre se alarga para quienes esperan noticias de familiares desaparecidos en la región, una espera que se vuelve interminable en Sinaloa, donde según cifras de colectivos, más de 1,400 personas permanecen desaparecidas y 1,200 han sido asesinadas durante la actual disputa interna.
Una guerra interna que no se detiene
El hallazgo ocurre en el marco de una lucha interna en el Cártel de Sinaloa que recrudeció desde julio de 2024, cuando Ismael “El Mayo” Zambada fue detenido y trasladado a Estados Unidos, presuntamente con la participación de Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, quien enfrenta procesos por tráfico de drogas y homicidios en cortes estadounidenses.
Desde entonces, la guerra por las rutas de trasiego de drogas, principalmente fentanilo, y el control de zonas de producción ha teñido de violencia no solo a Culiacán, sino a otras regiones de Sinaloa, Sonora y Baja California, donde se reportan ejecuciones, desapariciones y desplazamientos forzados de comunidades enteras.
Más violencia, más víctimas
El multihomicidio de los 20 hombres en la carretera México 15 se sumó a una jornada particularmente violenta. Solo el domingo anterior, la Fiscalía abrió siete carpetas de investigación por homicidios dolosos tras el hallazgo de siete personas asesinadas en distintos puntos de Culiacán: la colonia Revolución, la carretera La 20, bulevar Rolando Arjona, y en las colonias Guadalupe Victoria, Jardines de la Sierra y Barrancos.
Horas antes, en el fraccionamiento Jardines de la Sierra, un joven fue asesinado a balazos y dos mujeres resultaron heridas en un ataque armado, sin que las autoridades hayan establecido si guarda relación con el hallazgo de los 20 cuerpos.
El 26 de junio, días antes de estos hechos, una riña al interior del penal de Aguaruto dejó un muerto y tres heridos. Según la SSP, los reos usaron armas ocultas dentro del penal, exponiendo las fallas de seguridad y la fragilidad de un sistema penitenciario rebasado por la corrupción y la colusión con el crimen organizado.
Una tierra donde el dolor se repite
Los vecinos del norte de Culiacán, acostumbrados a esquivar la violencia, prefieren guardar silencio. Los operativos y las sirenas son parte del paisaje. Los retenes improvisados, las calles cerradas y los vehículos militares son cotidianos. Lo que no se acostumbra es la violencia brutal de cuerpos colgados, la imagen de un puente convertido en patíbulo, la camioneta que se vuelve tumba colectiva.
El miedo se extiende por los caminos, mientras las familias esperan noticias en la morgue. Saben que en Sinaloa, cuando un hijo desaparece, el siguiente paso suele ser el reconocimiento de cuerpos en bolsas, camillas o fosas clandestinas.
Los números del horror
México vive una de sus peores crisis de violencia. Según Causa en Común, en el país se asesina en promedio a un policía por día; en 2025 ya suman 199 agentes asesinados. Sinaloa ocupa el primer lugar, con 27 policías muertos entre enero y junio de este año, seguido de Guanajuato, Michoacán, Veracruz y Guerrero.
La guerra del narco no distingue edades ni oficios. Desde que recrudeció el conflicto interno del Cártel de Sinaloa, se reporta el asesinato de al menos 47 menores de edad y 28 mujeres, además de casi 40 policías en la región.
La economía también resiente la violencia. Los comercios cierran antes, el turismo se reduce y las inversiones huyen. La vida se restringe mientras la violencia se expande.
El caso, bajo investigación
La Fiscalía de Sinaloa abrió una carpeta de investigación por homicidio calificado. Las autoridades analizan videos de cámaras cercanas al puente y la carretera, así como las inscripciones de la lona hallada en la camioneta, para identificar a los responsables.
Sin embargo, en un estado donde el silencio suele cubrir las calles tras cada masacre, el camino hacia la justicia se dibuja largo y cuesta arriba. Por ahora, la Fiscalía solo ha confirmado la cifra de víctimas, la localización de las cabezas, y la coincidencia de heridas de bala en todos los cuerpos.
Una escena que se repite
El hallazgo de los 20 cuerpos recuerda otras masacres recientes en Culiacán. A finales de septiembre de 2024, seis cuerpos fueron abandonados dentro de una camioneta en el fraccionamiento Alturas del Sur, junto a un mensaje que decía “Bienvenidos a Culiacán”, interpretado como un mensaje al entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, que planeaba su última visita a Sinaloa antes de dejar el cargo.
La historia se repite en el mismo territorio, con la misma violencia y con las mismas víctimas: jóvenes, hombres, familias destrozadas.
La incertidumbre de las familias
Por ahora, los cuerpos permanecen en las cámaras frigoríficas del Servicio Médico Forense, mientras las autoridades realizan los peritajes. Afuera, las familias esperan a que algún rasgo, un tatuaje, una cicatriz, un recuerdo, les permita reconocer a sus desaparecidos.
El horror de la violencia en Sinaloa no se detiene. Mientras la guerra entre facciones del cártel se recrudece, las calles se convierten en escenarios de ejecuciones masivas y los puentes en sitios de tortura y exhibición. Una violencia que no discrimina, que se alimenta de impunidad, y que marca con sangre la historia de un estado que pide paz, mientras entierra a sus muertos.