
Horror en Ciudad Juárez: hallan 383 cuerpos apilados en un crematorio
Los cuerpos de 383 personas, algunos entregados desde 2020, fueron encontrados apilados en condiciones insalubres dentro de un crematorio en Ciudad Juárez. El hallazgo, que estremece por su magnitud y por el dolor que revive en cientos de familias, revela una cadena de negligencia y posible fraude por parte de funerarias y del propio establecimiento.
Una denuncia por olores fétidos destapa la tragedia
Todo comenzó la noche del 26 de junio, con una llamada al 911. Un ciudadano reportó un olor insoportable y un cadáver dentro de una carroza funeraria estacionada afuera de una pequeña casa en la colonia Granjas Polo Gamboa, al sur de Ciudad Juárez. Al llegar, la policía municipal encontró dos cuerpos dentro del vehículo. Luego, al abrir la puerta del inmueble, se encontraron con una escena que nadie estaba preparado para enfrentar.
Los agentes descubrieron decenas de cuerpos apilados unos sobre otros, algunos en el piso, otros sobre muebles o en bolsas, en habitaciones sin ventilación ni refrigeración, con paredes despintadas, charcos de líquidos oscuros y el yeso del techo cayéndose por la humedad. Lo que se presumía un crematorio en funcionamiento había operado como un almacén de cadáveres, conservados únicamente por procesos de embalsamamiento, mientras se retrasaba la incineración que las familias creían realizada.
El fiscal: “Una negligencia criminal”
El fiscal general de Chihuahua, César Jáuregui Moreno, calificó el hallazgo como “una negligencia criminal”. Confirmó que los cuerpos, muchos entregados por funerarias para su cremación, nunca fueron incinerados. Señaló que las familias que confiaron en funerarias y en el crematorio “fueron engañadas de la forma más cruel, dejando a sus seres queridos sin el destino digno que se les prometió”.
“Este es un caso atroz, inédito. Se recogían los cuerpos, se cobraba por un servicio de cremación, y no se hacía nada. Los cuerpos quedaron ahí, acumulándose desde hace años”, explicó Jáuregui.
Al momento del hallazgo, se detuvieron a dos personas: el dueño del crematorio y un trabajador, aunque no se han revelado sus identidades oficialmente. Extraoficialmente se señala como propietario a José Luis Arellano Cuarón, arrestado el 27 de junio y puesto a disposición del Ministerio Público.
La operación del crematorio: legal pero fuera de control
La Comisión Estatal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Coespris) confirmó que el crematorio operaba con permisos y licencias en regla, pero incumplía las normas sobre manejo y disposición de restos humanos. El titular de Coespris, Luis Carlos Tarín, indicó que las irregularidades no correspondían a un crematorio clandestino, pero reconoció que la acumulación de cadáveres era inadmisible y que no existían cuartos de refrigeración, requisito fundamental para estos servicios.
El viernes, se colocó una caja de tráiler refrigerada junto al inmueble para trasladar y conservar los cuerpos mientras se realizaban las diligencias. La Fiscalía y la Coespris aseguraron el lugar, colocaron sellos de clausura y suspendieron las operaciones del crematorio mientras continúa la investigación.
Un dolor renovado para las familias
Entre el miedo y la incertidumbre, las familias que confiaron en funerarias para incinerar a sus seres queridos enfrentan ahora la posibilidad de que nunca hayan recibido las cenizas de sus difuntos, sino otras, o ninguna. El fiscal Jáuregui señaló que “habrá inquietud en gente que solicitó el servicio de cremación y que probablemente no tiene en sus manos los restos de su familiar”.
El proceso de identificación será complejo. Los cuerpos fueron embalsamados, algunos tienen años de haber sido entregados, y muchos ya presentan un estado de fosilización que dificultará la obtención de ADN. “Muchos podrán ser identificados con los registros de defunción, pero otros no. Hay un caos administrativo en la documentación”, reconoció Eloy García Tarín, vocero de la Fiscalía.
Los vecinos: años de olor y miedo
Vecinos de la colonia relataron que, desde hace años, vivían con el olor constante a carne y cabello quemado, humo que salía del crematorio casi a diario y molestias que invadían sus hogares incluso con ventanas cerradas.
Irma Rojas, vecina del lugar, relató que su familia vive ahí desde 1965 y compraron el terreno como zona habitacional, no para convivir con un crematorio que, pese a denuncias desde 2020, nunca dejó de operar. “Es un olor insoportable… se mete a las casas… tenemos que mantener puertas y ventanas cerradas”, dijo.
Otros vecinos describieron incidentes donde empleados del crematorio pasaban camillas por bardas, amenazas con armas a quienes reclamaban y la sensación de impunidad que envolvía al negocio.
Las funerarias, bajo la lupa
Funerarias como Luz Divina, Amor Eterno, Plenitud y otras, que contrataron servicios con este crematorio, están siendo investigadas por la Fiscalía de Chihuahua. Se busca determinar si actuaron con negligencia o complicidad, al recibir supuestas cenizas que no correspondían a las personas fallecidas entregadas para incineración.
“Diariamente llevaban cuerpos y se les entregaban cenizas. ¿Cómo es que no se dieron cuenta del estado del lugar?”, cuestionó García Tarín, advirtiendo que el caso podría derivar en acusaciones por fraude, falsificación de documentos, incumplimiento de contrato y delitos contra la dignidad de los cuerpos.
“Es un caso de terror”: Maru Campos
La gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, calificó el hallazgo como “un caso de terror” y “muy grave”, asegurando que el Gobierno del Estado enfrenta el caso con seriedad y firmeza. “No constituye un crimen organizado ni delitos violentos, pero sí involucra un entramado complejo que afecta a muchas familias”, dijo la mandataria, quien confirmó que se trabaja en coordinación con la Fiscalía para garantizar justicia y un trato digno a los cuerpos.
Un hallazgo que exhibe las grietas del sistema
El hallazgo de 383 cuerpos en condiciones insalubres en Ciudad Juárez marca un momento doloroso para las familias afectadas, pero también expone las grietas de un sistema de supervisión que falló durante años. Revela cómo una tragedia puede incubarse en lo cotidiano: una carroza funeraria mal estacionada, un olor que se vuelve costumbre, un permiso renovado sin inspección efectiva, un servicio pagado con la confianza de los dolientes y que nunca se cumplió.
Mientras los cuerpos son trasladados al Servicio Médico Forense y se inicia el largo proceso de identificación, Ciudad Juárez enfrenta una nueva página oscura en su historia: cientos de vidas reducidas al olvido administrativo, a la negligencia y al fraude, esperando el destino digno que les fue prometido.