
La ciencia está dando pasos importantes para cambiar la forma en que enfrentamos el cáncer. Investigadores de distintos países están desarrollando vacunas que ayudan al cuerpo a reconocer y atacar las células cancerígenas, y muchas de ellas ya están en fase de prueba con pacientes reales.
Estas vacunas usan tecnologías como el ARN mensajero (ARNm) —la misma que se usó para combatir el COVID-19—, pero adaptada para cada paciente. Es decir, se estudia el tumor de la persona y se diseña una vacuna a su medida, que entrena al sistema inmunológico para identificar las células malas y destruirlas.
Una de las más avanzadas es la vacuna V940, creada por Moderna y Merck, que está siendo probada en personas con melanoma (un tipo de cáncer de piel). Otra, llamada BNT116, desarrollada por BioNTech, busca atacar el cáncer de pulmón y ya se está probando en hospitales de Europa.
También hay ensayos con vacunas para tratar el cáncer de riñón y el glioblastoma (un tumor en el cerebro), con resultados que muestran que podrían reducir la posibilidad de que el cáncer regrese después del tratamiento.
En otras partes del mundo también hay avances: Rusia anunció una vacuna propia y América Latina trabaja con Racotumomab, una fórmula creada por científicos de Argentina y Cuba, que se está usando en pacientes con cáncer de pulmón.
Además, la inteligencia artificial está ayudando a acelerar este proceso, identificando las mutaciones de los tumores para hacer vacunas más efectivas en menos tiempo.