
El pasado 30 de junio una pequeña marcha sorprendió en la Ciudad de México. Se trataba de un grupo de personas que alzó la voz por la violencia en la frontera chica de Tamaulipas, que comprende los municipios de Nuevo Laredo, Guerrero, Mier, Miguel Alemán, Camargo, Díaz Ordaz y Reynosa.
En esta protesta, los tamaulipecos le enviaban un mensaje de ayuda al presidente Andrés Manuel ópez Obrador. Tenían sólo una exigencia: seguridad. Las mantas apuntaban a dos hombres, identificados como los principales generadores de violencia en esa región: Cesar Morfín, alias “El Primito” y Remigio Morfín, “El R8”, cabecillas de “Los Metros”. Este grupo delictivo se está peleando el control de la zona, por un lado, con “Los Escorpiones”, y por el otro, con el Cártel del Noreste.
La frontera chica es una zona muy importante para los grupos delincuenciales por su ubicación para el narcotráfico, robo de combustible, secuestro, trata de personas y extorsión a los comerciantes de la región. La violencia no es un tema nuevo en el estado, en específico en esa zona. Este domingo, se reportaron balaceras en Reynosa, en la colonia El Campanario. El pasado 5 de julio se registraron bloqueos y “ponchallantas” en la carretera Reynosa-San Fernando, a la altura de las colonias Almendros, Juárez y Paseo de las Flores de Reynosa.
Sin embargo, el hecho de violencia que encendió nuevamente las alarmas en la región fue el ataque contra el Secretario General de Gobierno, Héctor Villegas, ocurrido la madrugada del pasado 3 de julio. El convoy en el que viajaba el funcionario fue agredido por civiles armados en la carretera Reynosa-San Fernando. El Secretario salió ileso. Desde 2010, en la frontera chica de Tamaulipas se ha registrado un éxodo sin precedentes de sus habitantes en zonas rurales de Mier, Miguel Alemán y Camargo, donde por ejemplo, 100 familias salieron de sus casas desde octubre del año pasado.
El año pasado, la Federación de Cámaras de Comercio del Estado de Tamaulipas, la FECANACO, señaló que la frontera chica tamaulipeca requiere de una estrategia de seguridad especial y diferente a la aplicada en el resto del estado, ante la situación vulnerable en la zona por su ubicación y por el constante asedio de los grupos del crimen organizado.