Un día después de que se confirmaran los rumores sobre una conversación telefónica entre Nicolás Maduro y el presidente estadounidense Donald Trump, el mandatario venezolano endureció su postura pública y afirmó que no cederá ante presiones externas. El 1 de diciembre, durante un acto multitudinario frente al Palacio de Miraflores, Maduro rechazó cualquier posibilidad de abandonar el poder bajo los términos que, según diversas fuentes, le habría planteado Washington.
La llamada, realizada el 21 de noviembre y de menos de quince minutos, habría incluido, según reportes de agencias internacionales, una propuesta de salida del país para Maduro y su círculo cercano, acompañada de una amnistía completa, el levantamiento de sanciones y el cierre de investigaciones en su contra, incluida la que avanza en la Corte Penal Internacional. A cambio, Estados Unidos habría exigido su renuncia inmediata.
Trump reconoció públicamente la existencia del contacto, pero se negó a revelar detalles. “No diría que salió bien ni mal. Fue una llamada telefónica” declaró el mandatario estadounidense ante reporteros, dejando abierta la interpretación sobre el tono y alcances del diálogo.
Diversas fuentes diplomáticas señalaron posteriormente que la Casa Blanca rechazó las exigencias del líder venezolano, entre ellas inmunidad global para él y su familia, así como el levantamiento de sanciones para más de un centenar de altos funcionarios del chavismo. Según esos mismos reportes, Trump habría dado a Maduro un ultimátum de una semana para abandonar Venezuela, plazo que ya habría expirado, lo que coincidió con el anuncio estadounidense de declarar cerrado el espacio aéreo venezolano.
La respuesta de Maduro llegó en un discurso cargado de consigna y desafío. Desde una tarima ubicada en la avenida Urdaneta, el presidente aseguró que Venezuela enfrenta una agresión de más de veinte semanas y que su gobierno no aceptará ninguna imposición extranjera. “No queremos la paz de los esclavos, ni la paz de las colonias. ¡Colonia nunca! ¡Esclavos jamás!” proclamó ante miles de simpatizantes ondeando banderas rojas.
En su mensaje, Maduro afirmó que el país cuenta con una “capacidad defensiva integral” y aseguró que “no nos podrán sacar jamás del camino que hemos elegido”. Atribuyó la presión estadounidense a una “guerra psicológica” que, según él, busca quebrar al pueblo y dividir a las Fuerzas Armadas. “Aquí nadie se rinde, somos un pueblo invencible” afirmó. Acto seguido, comenzó a bailar al ritmo de un remix que repetía fragmentos de su propio discurso: “no a la guerra, sí a la paz”.
Mientras crecen las especulaciones sobre posibles medidas adicionales de Washington, gobiernos de la región han comenzado a plantear la necesidad de abrir canales diplomáticos. El presidente colombiano Gustavo Petro ofreció recientemente a Cartagena como sede para un eventual diálogo entre ambos países, aunque ninguna de las partes ha fijado una postura oficial sobre esta posibilidad.
En medio del cruce de mensajes, la tensión continúa escalando. Por ahora, el intercambio telefónico, lejos de desactivar la crisis, parece haber profundizado el choque político entre Caracas y Washington.