
Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, llegó a Estados Unidos en la más reciente entrega que México hizo a la administración de Trump, enviando a 26 criminales mexicanos de alto perfil. Lo que nadie esperaba, incluyéndolo a él, es que el exlíder del cártel de La Familia Michoacana y fundador de Los Caballeros Templarios, terminara reunido con Ismael “El Mayo” Zambada y Rafael Caro Quintero.
Con esto, se establece una nueva jugada del gobierno estadounidense como parte de su estrategia para reforzar la seguridad nacional y combatir el tráfico de drogas y la llegada de fentanilo, una droga que, hasta la fecha, ha cobrado más de 100 mil vidas solo en ese país.
Una vez bajo custodia extranjera, “La Tuta” fue trasladado directamente al Centro de Detención Metropolitano de Brooklyn en Nueva York.
Su ingreso no solo refuerza el perfil del penal como uno de los más duros y mediáticos del sistema federal estadounidense, sino que también lo coloca como vecino de celda de los capos más importantes y conocidos en la historia del narcotráfico mexicano:
- Ismael “El Mayo” Zambada, cofundador del Cártel de Sinaloa.
- Rafael Caro Quintero, “El Narco de Narcos”, fundador del Cártel de Guadalajara.
- Vicente Carrillo Fuentes, “El Viceroy”, exlíder del Cártel de Juárez.
- Omar Treviño Morales, “el Z-42”, exlíder de Los Zetas.
El nombre de Gómez Martínez quedó registrado con el número de interno 01585-512, de acuerdo con la Oficina Federal de Prisiones. Su primera audiencia está fijada para el 23 de octubre ante el juez John G. Koeltl, fecha en la que se prevé que la fiscalía presente formalmente las pruebas y cargos en su contra.
Mientras tanto, “La Tuta” esperará ser llamado entre los muros grises y pasillos sin luz natural del Metropolitan Detention Center de Brooklyn, que hasta la fecha se ha ganado el mote de “infierno en la tierra”, pues así lo describen los propios exreclusos, abogados y medios locales. Desde el cierre del penal de Manhattan en 2019, el llamado “MDC” por sus siglas en inglés, se ha consolidado como el único centro correccional federal de Nueva York, concentrando en sus instalaciones a más de 1,200 internos.
Las historias que salen de ahí dibujan un lugar al límite: celdas saturadas, personal insuficiente para mantener el orden, peleas que estallan sin previo aviso, cortes de electricidad que se prolongan y un sistema sanitario que se desploma ante la demanda. Uno de los episodios más oscuros ocurrió en enero de 2019, cuando un apagón dejó a la población sin luz, sin calefacción y sin agua durante toda una semana. Días en que los presos resistieron temperaturas heladas, inodoros inutilizables y un aislamiento absoluto.
La desesperación de esa corta pero terrorífica temporada quedó grabada en la memoria de los reos y asentada en cientos de testimonios, lo que derivó en una demanda colectiva que obligó al gobierno a pagar cerca de 10 millones de dólares a más de 1,600 personas que vivieron ese encierro en condiciones extremas.
Los presos de alto perfil, como Servando Gómez, son enviados a la Unidad de Vivienda Especial donde el aislamiento total es indiscutible. Las celdas, de apenas 1 por 1.5 metros, mantienen las luces encendidas 23 horas al día y están vigiladas sin puntos ciegos por un minucioso sistema de seguridad.
Se sabe que los internos pueden salir solo tres horas por semana. Lo hacen siempre esposados, y las restricciones se vuelven flexibles únicamente a la hora de ducharse.
La lista de figuras célebres que han pasado por el MDC Brooklyn incluye al exsecretario de Seguridad Pública mexicano Genaro García Luna, quien describió en cartas públicas las agresiones y homicidios que presenció; al expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández; a celebridades como R. Kelly, Ghislaine Maxwell, Fetty Wap y Martin Shkreli, así como al líder de “Los Choneros” de Ecuador, Adolfo Macías Villamar, mejor conocido como “Fito”.
La fiscalía estadounidense acusa a “La Tuta” de conspirar para importar cocaína y metanfetamina a Estados Unidos, así como de utilizar violencia sistemática para fortalecer las operaciones de La Familia Michoacana.
Actualmente, el caso está bajo la responsabilidad de la Unidad de Seguridad Nacional y Narcóticos Internacionales de la Fiscalía, con los fiscales federales adjuntos Daniel G. Nessim, Henry L. Ross y Kyle E. Wirshba a cargo de la acusación. Además de narcotráfico, enfrenta cargos por crimen organizado, lavado de dinero y homicidio.
Nacido el 6 de febrero de 1966 en Arteaga, Michoacán, Servando Gómez Martínez se graduó de la Escuela Normal local y ejerció como maestro de primaria durante varios años en comunidades rurales.
Era conocido por siempre vestir sandalias, saludar a todos por su nombre y ayudar a familias con dinero para comida o atención médica. Nadie imaginaba que “El Profe”, como lo llamaban entonces, terminaría en la lista de los criminales más buscados de México.
A inicios de los años 2000, “Los Zetas” comenzaron a expandirse hacia Michoacán, lo que propició la formación del grupo criminal denominado “La Familia Michoacana”, entonces liderada por Nazario Moreno González, “El Chayo”. Gómez Martínez se les unió como operador, pero su carácter extrovertido y capacidad de comunicación lo convirtieron pronto en el portavoz visible de la organización delictiva.
Tras desaparecer “La Familia”, él habría fundado a “Los Caballeros Templarios” junto a “El Chayo”, Jesús Méndez, “El Chango”, Enrique Plancarte, “El Kike”, y Dionisio Loya, “El Tío”. Juntos establecieron un código interno de 24 páginas, basado, en teoría, en no consumir drogas y no robar o matar sin autorización, pero en la práctica lograron expandir el tráfico de metanfetaminas, marihuana y cocaína en la región, además de imponer cuotas a mineras, agricultores, comerciantes y transportistas.
A diferencia de otros jefes criminales, “La Tuta” nunca se ocultaba. Publicaba videos, daba entrevistas y aparecía con funcionarios y empresarios. Justificaba sus actividades como “un mal necesario” y denunciaba supuestos pactos entre autoridades y cárteles rivales, un papel que más tarde lo convirtió en objetivo prioritario del gobierno federal, sobre todo después de la emboscada y asesinato de 12 policías federales en Arteaga en 2009.
Sin disparos, Gómez Martínez fue capturado el 27 de febrero de 2015 en Morelia, junto a ocho sujetos fuertemente armados con fusiles y un lanzagranadas. Después, lo ingresaron al penal del Altiplano donde comenzó a cumplir sentencias que, acumuladas, superaban los 100 años de prisión: 55 años por secuestro, además de 47 años y 6 meses por delincuencia organizada y delitos contra la salud.
Hoy, mientras la DEA lo describe como líder de “una de las redes criminales más crueles y violentas del mundo”, documentos de la extinta PGR lo perfilan como fanático del esoterismo, pues se dice que ordenaba asesinatos basándose en lecturas de cartas de tarot y apostaba en peleas de gallos.
También lo identifican como estratega político y operador en campañas de desprestigio, ya que su nombre apareció en diversas grabaciones junto al diputado César Godoy y en otros videos más, con un presunto emisario de la entonces senadora María Luisa Calderón, lo que fue rechazado de manera categórica por su partido, el PAN.
Ahora, a 10 años de su captura, fue incluido en el segundo gran operativo de extradición masiva de la actual administración, con el compromiso expreso de que ni él ni ninguno de los otros 25 capos entregados enfrentaría la pena de muerte.
Es así como en Estados Unidos, “La Tuta” enfrenta un proceso que podría derivar en cadena perpetua, mientras que para el gobierno mexicano, su entrega es sinónimo de que ningún capo de alto perfil podrá refugiarse permanentemente en cárceles nacionales.