El número de brasileños que pasan hambre cayó desde 28 millones a finales de 2022 hasta 20 millones en diciembre de 2023, en el primer año del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, según un informe encargado por el Gobierno a una institución privada divulgado este martes.
La reducción del hambre fue constatada por un estudio del Instituto Hambre Cero según el cual 8 millones de personas dejaron de pasar hambre y otras 12 millones dejaron de sufrir inseguridad alimentaria moderada en 2023.
La inseguridad alimentaria moderada y grave llegó a un pico del 32,8 % de la población a finales de 2021, y se ha reducido hasta el 20,7 % de los brasileños al final de 2023, pero esta mejoría se dio a un ritmo desigual.
La forma más grave de inseguridad alimentaria, el hambre, lleva dos años de tendencia a la baja, desde comienzos de 2022, pero según el estudio la inseguridad alimentaria moderada solo comenzó a registrar una mejoría desde comienzos de 2023, cuando Lula relevó en el poder a Jair Bolsonaro.
Los motivos para la mejoría de las estadísticas del último año fueron el aumento significativo del salario mínimo y la ampliación del Bolsa Familia, principal programa de distribución de subsidios a los más pobres, según destacó la Presidencia en un comunicado.
Esta mejoría permitió que la inseguridad alimentaria en Brasil volviera a los niveles de comienzos de 2020, antes de que la crisis económica generada por la pandemia de la covid-19 disparara el número de hambrientos.
"Aunque aún tenemos un largo camino por delante, el éxito de medidas como el aumento del salario mínimo y de los recursos del programa Bolsa Familia, así como la reducción de la inflación, demostraron que podemos volver a retirar a Brasil del mapa del hambre"
afirmó el director del Instituto Hambre Cero, José Graziano.
Los programas de lucha contra la pobreza implantados por Lula en sus primeros mandatos (2003-2010) y por su sucesora, Dilma Rousseff, permitieron que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) retirara a Brasil del llamado mapa del hambre en 2014, cuando se calculaba que solo el 0,7 % de la población tenía desnutrición crónica.
Pero la FAO -de la que Graziano fue director entre 2011 y 2019- volvió a colocar a Brasil en su mapa en 2022 tras constatar que cerca de 10,1 millones de personas, según sus criterios, pasaban hambre en el país, el equivalente al 4,7 % de la población.
Para volver a salir del listado negativo, Brasil necesita reducir a menos de 5,5 millones el número de personas con hambre (menos del 2,5 % de la población) por tres años seguidos, es decir que ello solo será posible en 2026 o 2027 en caso de que se mantenga el actual ritmo de reducción.