
El martes por la mañana, en Washington, la secretaria del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, firmó un documento que permitirá levantar con rapidez un nuevo segmento del muro fronterizo. Se trata de ocho kilómetros de valla metálica de nueve metros de altura, que se extenderán sobre los condados de Starr e Hidalgo, en pleno Valle del Río Grande, la zona más transitada por la Patrulla Fronteriza en Texas.
El comunicado del DHS fue escueto, pero dejó clara la intención: con esta exención legal, el gobierno puede prescindir de requisitos ambientales y de planeación para que la obra avance sin demoras. “Son pasos cruciales para asegurar la frontera sur y reforzar nuestro compromiso con la seguridad”, justificó la dependencia.
La séptima exención de Noem
Noem ya había hecho uso de esta facultad en seis ocasiones previas. El nuevo tramo se suma a un contrato ya existente, financiado con recursos del año fiscal 2019 de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP). En total, la agencia mantiene 160 kilómetros de valla en distintas fases de construcción y planeación, con fondos de ejercicios anteriores.
El plan millonario de Trump
La decisión se enmarca en un proyecto mucho más amplio. El 4 de julio de 2025, el presidente Donald Trump firmó la llamada One Big Beautiful Bill Act (HR 1), que autorizó 46.5 mil millones de dólares para ampliar el sistema de barreras en la frontera con México.
Ese dinero no solo contempla nuevas secciones de muro primario y secundario. También incluye barreras fluviales, caminos de patrullaje y la instalación de cámaras, luces y sensores capaces de transmitir en tiempo real los movimientos en los cruces irregulares. La idea es que cada agente fronterizo disponga de información inmediata para responder ante cualquier acceso ilegal.
La base legal
La exención firmada por Noem se sustenta en la Sección 102 de la Ley de Reforma de la Inmigración Ilegal y Responsabilidad del Inmigrante de 1996, un apartado que otorga al DHS la capacidad de saltar normativas locales y federales, incluidas las ambientales, para facilitar la construcción de muros y carreteras de patrullaje en la franja limítrofe.
El muro en expansión
El Valle del Río Grande, escenario de innumerables cruces de migrantes, vuelve a ser el centro de atención. Allí, en medio de terrenos agrícolas, comunidades fronterizas y la constante vigilancia de la Patrulla Fronteriza, se levantará este nuevo tramo de muro.
Con la firma de Kristi Noem, Estados Unidos reafirma una política que no se detiene: un muro fronterizo cada vez más largo, más alto y más tecnificado, financiado con recursos extraordinarios y construido bajo exenciones que permiten dejar de lado obstáculos legales.
El anuncio confirma que el proyecto iniciado hace años ha entrado en una nueva etapa. Hoy, más de 160 kilómetros están en marcha, y con miles de millones de dólares ya asignados, la frontera sur de Estados Unidos se perfila para transformarse en un corredor reforzado de muros, barreras y tecnología que cambiará, de manera definitiva, la forma en que se vigila el límite con México.