
Tenía el rostro descubierto, la barba crecida, una camiseta gris y los tenis negros aún con polvo. Ulises Pinto Madera, alias “El Pinto” —también conocido como “El Mamado”— fue detenido sin oponer resistencia, en las calles de Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco. Lo acompañaba un escolta armado, pero el operativo fue certero. Las autoridades federales ya lo tenían ubicado. Y su nombre no era cualquiera.
La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) lo identifica como el segundo al mando de “La Barredora”, el grupo criminal surgido en Tabasco tras una ruptura con el Cártel del Golfo, y que opera con respaldo del Cártel Jalisco Nueva Generación. De acuerdo con Omar García Harfuch, titular de la SSPC, su captura representa “un golpe clave para reducir la violencia en la región”.
La detención de Ulises Pinto ocurrió la tarde del miércoles 23 de julio. Medía 1.80 metros, vestía pants negros y fue asegurado por elementos del gabinete de seguridad nacional. Contaba con una orden de aprehensión por el delito de asociación delictuosa agravada, pero las acusaciones van mucho más allá.
Según información oficial, “El Pinto” es considerado uno de los principales generadores de violencia en Tabasco. Se le atribuyen secuestros, extorsiones, tráfico de armas, robo de combustible y distribución de droga. También estaría involucrado en los hechos violentos ocurridos en diciembre de 2023 en Villahermosa, cuando se incendiaron vehículos, hubo reportes de balaceras y amenazas de motín en penales estatales.
El caso ha estremecido a la clase política. Ulises Pinto no es un delincuente cualquiera. Fue miembro de la Policía Federal y, durante años, trabajó como jefe de escoltas de Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad de Tabasco, quien también está prófugo. La historia de ambos forma parte de lo que se conoce como “La Hermandad” o “Cártel Policiaco”, un grupo que operaba desde dentro de las instituciones de seguridad y que, tras separarse del Cártel del Golfo, consolidó su presencia bajo el nombre de “La Barredora”.
Ambos compartían más que una estrategia delictiva. Compartían una estructura. Hernán Bermúdez, apodado “El Abuelo” o “Comandante H”, era el rostro visible. Ulises Pinto, su brazo derecho. La SSPC sostiene que juntos tejieron una red de control sobre bares, antros, centros nocturnos y rutas de migrantes en la frontera sur. Su grupo operaba también con redes de trata de personas y alianzas criminales con células del CJNG.
A partir de 2023, según registros federales, estalló una disputa interna. Pinto buscó controlar más territorios, lo que habría desencadenado una ola de homicidios y enfrentamientos entre facciones. Desde entonces, Tabasco ha visto una escalada de violencia sostenida. Las autoridades lo ubican como uno de los responsables directos de esa crisis.
Durante meses, Ulises Pinto vivió en el anonimato. Se movía entre residencias ubicadas en zonas de alta plusvalía en Zapopan y Guadalajara. Manejaba camionetas blindadas y contaba con una flotilla de autos de lujo. A pesar de la orden de aprehensión, no se habían difundido sus imágenes ni mayores detalles de su búsqueda. Su caída ocurrió sin disparos, pero con un enorme peso político.
El arresto ocurre en medio de una creciente presión sobre figuras del pasado sexenio en Tabasco. Hernán Bermúdez Requena, su antiguo jefe, enfrenta una orden de captura y es buscado por la Marina y la Fiscalía General. A pesar de ello, ninguna autoridad ha confirmado la emisión de ficha roja de Interpol. Mientras tanto, Adán Augusto López, exgobernador de Tabasco y actual líder del Senado, ha guardado silencio sobre el caso, a pesar de haber notariado personalmente la constitución de una de las empresas vinculadas a la red.