
En medio de la entrevista con Adela Micha, Mon Laferte dejó escapar una confesión que sorprendió por su crudeza y honestidad. “Nunca había amado y odiado tanto algo a la vez”, dijo, al hablar de la maternidad. La frase, entre carcajadas nerviosas y un aire de cansancio, retrató el caos en el que se ha convertido su vida desde que nació su hijo.
La cantante explicó que ser madre le cambió todo: las rutinas, los horarios, la forma de entender su propia libertad. “Es agotador no dormir, andar con ojeras, y nunca más tener esa libertad de poder decir: me largo”, relató.
Al mismo tiempo, reconoció que nada se compara con lo que siente al mirar a su hijo. “Nunca había sentido tanto amor y tanta felicidad como cuando lo veo”, agregó. En esa contradicción conviven la mujer agotada que extraña el descanso y la madre que descubre, cada día, una ternura inesperada.
El caos de las mañanas
Mon Laferte describió cómo su hijo de tres años es el encargado de iniciar cada jornada con un ritual propio: poner música a todo volumen y pedirle que baile con él. “Mi hijo pone la música todo lo que da y me dice: ‘Mamá, baila conmigo’”, contó entre sonrisas.
En esos momentos, admitió, se olvida del cansancio. La escena se completa con canciones infantiles repetidas una y otra vez. “Baby Shark millones de veces, una y otra vez”, dijo, resignada, pero también divertida.
La ternura que compensa todo
La artista compartió un recuerdo reciente que, para ella, resume la esencia de la maternidad: “Hoy en la mañana me miró, me acarició la cara y me dijo: ‘Mamá, eres hermosa’”. Con el cabello desordenado y las marcas de las noches en vela, Laferte sintió que en esas palabras estaba la felicidad más pura que había experimentado.
Una nueva forma de mirar la vida
Entre juegos, bailes improvisados y discos de vinilo que su hijo ya sabe escoger, Mon Laferte descubrió otra forma de crear y de habitar el mundo. “Si todos viviéramos como niños, el mundo sería mucho mejor”, reflexionó.
Aunque no esconde lo duro que resulta perder la libertad y vivir con cansancio permanente, asegura que la maternidad le ha regalado una inspiración inesperada. Una experiencia que, como ella misma definió, está hecha de contradicciones: un amor desbordado que convive con un agotamiento absoluto.
Con esa sinceridad que la caracteriza, Mon Laferte convirtió su vivencia personal en un testimonio universal: ser madre, dijo, es amar y odiar al mismo tiempo, es perder y ganar, es vivir al límite entre el caos y la ternura.
Y en esa línea, dejó la frase que quedó flotando en el aire: “Nunca había amado y odiado tanto a la vez”.