
En algunas playas, cuando el viento sopla con fuerza, es posible ver cómo la arena comienza a acumularse en pequeñas líneas. Durante años se pensó que era un proceso sin mayor importancia. Hoy, una investigación científica demuestra que ese fenómeno, conocido como formación de protodunas, es mucho más complejo de lo que parece… y podría ayudar a entender parte del relieve marciano.
El estudio fue liderado por la Universidad de Southampton, en Reino Unido, con colaboración de especialistas de Francia, Estados Unidos y otras instituciones británicas. Fue publicado esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Arena que salta, no que se arrastra
Las protodunas son pequeñas crestas de arena que se forman sobre superficies firmes o ligeramente húmedas, como las de algunas playas o zonas del desierto. No son montículos estáticos: se crean en minutos, a partir de un proceso que depende de la velocidad del viento y del comportamiento individual de los granos de arena.
Los investigadores instalaron escáneres láser de alta resolución en el desierto de Namibia, para observar directamente cómo se genera el fenómeno. Lo que registraron fue que, cuando el viento alcanza cierta intensidad, los granos de arena no se deslizan sino que saltan. Ese salto genera choques entre partículas, y poco a poco, algunas comienzan a detenerse y a formar agrupaciones.
A partir de ese patrón —repetido muchas veces en distancias cortas—, surgen estructuras de no más de seis centímetros de altura, que marcan el inicio de un proceso más amplio: el de formación de las grandes dunas.
Lo que dicen las dunas de Marte
Una de las aportaciones más importantes del estudio es que este modelo podría aplicarse también fuera de la Tierra. En Marte, desde hace años se han observado formaciones similares, conocidas como TARs (Transverse Aeolian Ridges). Son líneas de arena que cruzan el suelo marciano, visibles en imágenes satelitales, pero cuyo origen aún no está del todo claro.
El equipo plantea que, pese a que la atmósfera marciana es más delgada y la gravedad distinta, el viento podría generar el mismo tipo de salto entre partículas, dando lugar a estructuras casi idénticas. Comprender este proceso no solo permite interpretar mejor las imágenes captadas por sondas, sino también anticipar cómo se comporta el terreno y qué riesgos podrían enfrentar las futuras misiones espaciales.
Más que una simple acumulación
El estudio fue financiado por el Consejo de Investigación del Medio Ambiente Natural del Reino Unido (NERC) y la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NSF). Sus conclusiones no solo interesan a la ciencia planetaria: también aportan datos para mejorar modelos sobre erosión costera, transporte de sedimentos y evolución de los paisajes naturales.
Saber cómo se forman las protodunas permite entender mejor cómo cambia el terreno, tanto en playas como en zonas áridas. Y al mismo tiempo, abre una ventana sobre procesos similares que podrían estar ocurriendo ahora mismo en Marte, sin que nadie los esté mirando.