
El administrador de la NASA, Sean Duffy, sorprendió con un anuncio transmitido en televisión nacional. En entrevista con Fox News, confirmó que Estados Unidos enviará una tripulación de cuatro astronautas a la Luna a principios del próximo año. El objetivo inmediato no es solo regresar a la superficie lunar, sino comenzar a instalar la primera infraestructura estable de presencia humana fuera de la Tierra.
Con un tono firme, Duffy dejó clara la motivación política detrás de la decisión: “Sabemos que China quiere llegar antes que nosotros. No lo vamos a permitir”. La frase encendió el reflejo inevitable de la competencia: la nueva carrera espacial ya no es un recuerdo de la Guerra Fría, sino una disputa abierta por el dominio del satélite natural de la Tierra.
Un campamento base en la Luna
La misión inicial será el preludio para un proyecto mayor. Según Duffy, Estados Unidos planea levantar un campamento base en la Luna, concebido como punto estratégico para sostener operaciones de exploración a largo plazo. La idea, según señalan, no es solo plantar banderas, sino asegurar el terreno y mantener presencia permanente frente a otras naciones rivales y competidoras en la materia, tales como China y Rusia.
Entre los planes que ya se discuten figura la instalación de un reactor nuclear en la superficie lunar antes de que concluya la década. Ese sistema permitiría generar energía suficiente para sostener módulos habitables, experimentos científicos y plataformas de lanzamiento hacia Marte.
La apuesta nuclear
El mes pasado, la NASA adelantó públicamente su intención de instalar un reactor nuclear fuera de la Tierra. La decisión marca un giro radical: la energía atómica se perfila como el corazón de la futura exploración espacial.
Un memorando firmado por Sean Duffy el 31 de julio ordena la creación de un “zar de energía nuclear” que tendrá seis meses para seleccionar dos propuestas comerciales de desarrollo. La instrucción, revelada por el portal Politico, confirma el cambio de rumbo de la agencia espacial: priorizar la exploración humana y la presencia estratégica por encima de la investigación científica tradicional.
La competencia internacional
La NASA advierte que el primer país en instalar un reactor nuclear en la Luna podría incluso declarar una zona de exclusión alrededor de su base, limitando las operaciones de otros rivales. De ocurrir, Estados Unidos quedaría en desventaja frente a China y Rusia en un terreno que ya es visto como estratégico para el futuro del espacio.
Aunque la idea de usar energía nuclear fuera del planeta no es nueva, nunca antes había estado tan cerca de concretarse. El proyecto Artemis, que ya busca el regreso de los astronautas a la Luna, se convierte ahora en la carta más fuerte de Washington para no perder la iniciativa.
Un nuevo rumbo para la NASA
Sean Duffy, además de encabezar la agencia espacial, funge como secretario de Transporte. Su firma en el memorando es interpretada como una señal política: el gobierno estadounidense está dispuesto a acelerar el paso, incluso con medidas que modifiquen las prioridades históricas de la institución.
La Luna, más que un destino de exploración, se ha convertido en un tablero geopolítico. El próximo año, con cuatro astronautas en su superficie, comenzará a definirse qué país marcará la pauta en el futuro inmediato de la conquista espacial.