
Un caso de abuso sexual dentro de la congregación de los Salesianos de Don Bosco ha destapado una red de encubrimiento que alcanza a las más altas esferas del Vaticano. De acuerdo con testimonios y documentos judiciales, autoridades eclesiásticas en México habrían protegido durante años a un sacerdote acusado de agredir sexualmente a menores, trasladándolo de una comunidad a otra en lugar de entregarlo a la justicia.
El sacerdote señalado, José Antonio Sandoval, fue denunciado por abusos cometidos en el Instituto Salesiano de Guadalajara, uno de los colegios más prestigiosos de la congregación en México. Víctimas y exalumnos aseguran que, pese a las acusaciones, el religioso continuó oficiando misas y ocupando cargos de autoridad dentro de la institución.
Según las investigaciones, varios superiores de la orden —incluidos inspectores regionales— habrían tenido conocimiento de los hechos y omitido actuar. La propia documentación interna de los Salesianos muestra una cadena de decisiones que priorizó la “obediencia y el silencio” sobre la denuncia y la reparación.
El caso ha escalado hasta la Congregación para la Doctrina de la Fe, organismo del Vaticano encargado de los delitos más graves dentro de la Iglesia, incluidos los de pederastia clerical. Fuentes cercanas al proceso aseguran que la Santa Sede ya analiza los informes enviados desde México y podría intervenir directamente.
Organizaciones civiles y víctimas exigen que la Iglesia deje de proteger a los agresores y que se entregue toda la información a la justicia mexicana. “No queremos más perdones ni traslados, queremos justicia y reparación”, expresó uno de los afectados.
Este caso se suma a una larga lista de denuncias de abuso sexual y encubrimiento dentro de la Iglesia católica en América Latina, donde las víctimas han encontrado en los medios y tribunales civiles el único camino para ser escuchadas.