Norma Piña, ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), presentó su renuncia a su cargo el 30 de octubre de 2024, en un momento crucial para el sistema judicial mexicano. Su decisión se produjo apenas minutos después de que su colega, la ministra Margarita Ríos Farjat, también presentara su renuncia, en el contexto de la Reforma Judicial que ha generado controversia en los últimos meses.
En su carta de renuncia, Norma Piña subrayó que no participaría en el proceso de elección extraordinaria de jueces previsto para 2025, como parte de dicha reforma. La reforma establece nuevas normas y cambios para el sistema de justicia, entre los que destaca la elección de nuevas personas juzgadoras para ocupar importantes cargos en la SCJN, un hecho que Piña rechaza desde una postura de principios.
"Declino mi candidatura para participar en la elección extraordinaria de las personas juzgadoras que ocuparán, entre otros, los cargos de Ministras y Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación", escribió la ministra en su misiva, mostrando su inconformidad con los recientes cambios que afectan el máximo tribunal del país.
Piña dejó claro que su renuncia no refleja una aceptación pasiva del rumbo que está tomando el Poder Judicial con la reforma, sino un acto de coherencia con sus convicciones y un respeto profundo a la Constitución mexicana. En la misma carta, expresó lo siguiente: “Esta renuncia no implica mi conformidad con la separación del cargo para el que fui designada originalmente hasta el 10 de diciembre de 2030, sino un acto de congruencia y respeto al texto constitucional que hoy nos rige.”
La decisión de la ministra presidenta marca un hito en la historia reciente del Poder Judicial de México, especialmente considerando su papel central en la defensa de la independencia judicial y la transparencia en los procesos legales. Piña ha sido una de las voces más firmes en el Tribunal, abogando por mantener el equilibrio de poderes y resistir presiones externas que pudieran socavar la autonomía de la SCJN.
A lo largo de su presidencia, Piña tuvo que lidiar con fuertes presiones políticas y sociales, derivadas de su postura en diversos temas de gran relevancia, como la protección de los derechos humanos, el combate a la corrupción y el fortalecimiento del Estado de Derecho. Aunque su mandato estaba previsto para continuar hasta diciembre de 2030, su renuncia en medio de la polémica reforma judicial evidencia un fuerte rechazo a los cambios que, en su opinión, comprometen los principios fundamentales del sistema judicial mexicano.
El escenario político y jurídico en México se ha visto sacudido por la salida de Piña, quien fue la primera mujer en la historia del país en presidir la SCJN. Su renuncia, junto con la de Margarita Ríos Farjat, subraya las tensiones internas que vive el máximo órgano judicial en medio de los intentos del gobierno y el Congreso por implementar reformas estructurales en el sistema de justicia. Aunque no se ha dado un pronunciamiento oficial sobre quién podría sucederla en la presidencia, la renuncia de Piña deja un vacío importante en la Suprema Corte.
La salida de dos figuras clave en un breve lapso pone de relieve las profundas divisiones dentro del Poder Judicial respecto a los cambios promovidos por la reforma. Tanto Piña como Ríos Farjat eran vistas como defensoras de la autonomía del sistema judicial, y su salida podría abrir la puerta a una reconfiguración en la forma en que se maneja el equilibrio entre los poderes del Estado.
En conclusión, la renuncia de Norma Piña a la presidencia de la SCJN no solo pone fin a su mandato, sino que también subraya las tensiones entre el Poder Judicial y las fuerzas políticas que buscan modificar su estructura. Este hecho deja en claro que el futuro del sistema judicial mexicano enfrenta desafíos complejos en los próximos meses, mientras el país se prepara para las elecciones de 2025 y para posibles nuevas dinámicas en la Suprema Corte.