
Una voz al interior de Morena tuvo la valentía de señalar lo evidente… Abiertamente manifestó su rechazo a la entrega de los libros de texto gratuitos, cuyo proceso de elaboración no ha sido transparentado… Se trata de la diputada Adela Ramos Juárez… Y algo debe saber de educación, luego de haber sido maestra por más de 20 años… Este asunto de los libros de texto ha abierto dos frentes en Morena y uno es el de las voces críticas que piden una sola cosa… Tomar la educación en serio… Mucho se ha discutido el hecho de que los libros de texto gratuitos de gobiernos anteriores también tenían errores, usándolo como argumento para minimizar el eco que se ha hecho sobre las erratas que tienen los actuales libros… Sin embargo, eso ha distraído la atención de un tema central que es justo donde parte la postura de la diputada Adela Ramos… Los libros de texto que se han comenzado a distribuir, pese a que existe una orden judicial que dicta lo contrario, no fueron elaborados mediante un proceso serio y transparente… No sabemos cómo se armaron los planes de estudio, tampoco si los profesores fueron plenamente capacitados para este nuevo modelo… Estamos ante una franca omisión del Gobierno… Y la educación no puede ser un asunto de “ensayo y error”.... Sencillamente porque las y los niños no son conejillos de Indias, son el futuro… Por ello, la diputada solicitó a la Auditoría Superior de la Federación revisar cómo se hicieron esos libros… Y según sus propias palabras, en esos materiales hay “intenciones dogmáticas y filosóficas que conllevan a un interés político con abusos exagerados”... Y agregó una cuestión clave, la necedad del gobierno, su cerrazón política, no puede llevarse entre las patas a una generación… La educación es un tema en manos del Estado, pero el Estado no es un capricho presidencial… Un Estado sensato escucha el abanico de voces y da herramientas a sus ciudadanos para ser libres, para elegir, para convertirlos en seres que se hagan de un mejor futuro… Por eso es que el debate de si los libros de texto son comunistas o no, es inútil, estéril y francamente ridículo, porque lleva la conversación a un punto muerto…