
El muelle de Cozumel amaneció con movimiento. Los vendedores y taxistas, como siempre, se preparan para recibir a decenas de turistas que aportan una importante derrama económica en este puerto al igual que en muchos otros del país y es que esta semana, sin que muchos lo noten de inmediato, cada uno de esos visitantes ha comenzado a aportar algo más a México.
Desde este primero de julio, el país arrancó el cobro de un impuesto de 5 dólares a cada crucerista que pisa el territorio nacional. Es apenas un billete doblado en la cartera de quienes descienden con sandalias y mochilas. Pero detrás de ese cobro hay meses de negociaciones, tensiones y la expectativa de que esos cinco dólares se transformen en calles pavimentadas, mercados renovados y empleos para las familias que viven del turismo.
Porque no es un cobro aislado. Es un plan.
En un principio, el gobierno federal planteó cobrar 42 dólares por cada turista que llegara por mar, argumentando que durante años los cruceristas habían estado exentos de pagar el Derecho de No Residente (DNR), mientras los viajeros por aire sí lo hacían. Pero la industria naviera advirtió que ese cobro inmediato sería como cerrar una puerta de golpe.
“Sería catastrófico”, dijeron, pero entonces vinieron las mesas.
Durante seis meses, la Secretaría de Turismo (Sectur), la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el Instituto Nacional de Migración (INM) y la Florida-Caribbean Cruise Association (FCCA) se sentaron a negociar un esquema que no frenara el turismo y que tampoco postergara la necesidad de México de fortalecer su economía.
Así se decidió que el cobro sería escalonado:
- 5 dólares del 1 de julio de 2025 al 31 de julio de 2026.
- 10 dólares del 1 de agosto de 2026 al 30 de junio de 2027.
- 15 dólares del 1 de julio de 2027 al 31 de julio de 2028.
- 21 dólares del 1 de agosto de 2028 al 30 de septiembre de 2030.
Mientras los barcos siguen llegando, en las oficinas de Sectur, Josefina Rodríguez Zamora, su titular, explica que este esquema no solo busca recaudar. Busca fortalecer la infraestructura turística, reforzar los servicios migratorios y dar nuevas oportunidades a las comunidades que reciben cada año a millones de viajeros.
Porque detrás de cada dólar, existen los siguientes compromisos de la Florida-Caribbean Cruise Association:
– Promover productos mexicanos a bordo de los cruceros.
– Colocar artesanías y arte popular mexicano en tiendas y espacios de los barcos.
– Promocionar México en canales de comunicación de las navieras.
– Colaborar en el pago del DNR al gobierno mexicano.
– Ayudar a contratar marinas y marinos mexicanos calificados, dando empleo a familias.
– Contribuir con datos sobre los turistas que arriban, para mejorar la planeación.
Para algunos, esos cinco dólares son apenas un cobro más en sus vacaciones. Para quienes viven en comunidades como Mahahual o Puerto Progreso, es una posibilidad de que sus calles estén iluminadas, de que los puestos de artesanías tengan más visitantes, de que el turismo se quede un poco más en cada puerto.
En los muelles, los turistas siguen bajando con cámaras colgadas al cuello, tomando fotos del mar turquesa. Un vendedor ofrece llaveros pintados a mano. Una mujer prepara ceviche en un local improvisado. El turismo marítimo le da vida a estas costas, y la esperanza es que este nuevo cobro no sea un obstáculo, sino una semilla.
“Seguimos enfocados en brindar beneficios a largo plazo a México, para maximizar el desarrollo económico que millones de pasajeros de cruceros aportan al país cada año”, dice Michele Paige, directora de la FCCA.
El Diario Oficial de la Federación ya dejó clara la ruta. El cobro ha comenzado, crecerá con el tiempo y se espera que se traduzca en desarrollo.
Mientras tanto, las playas siguen esperando a los turistas. Los barcos siguen arribando. Y los vendedores, taxistas y artesanos, que son el rostro de México en cada puerto, aguardan que este acuerdo sea, realmente, una oportunidad para todos.