Toda la noche los equipos de emergencia de Hong Kong han trabajado con el fin de localizar a los 280 desaparecidos que hay luego de los incendios de un complejo de viviendas públicas conocido como Wang Fue Court.
El incendio que ha hasta ahora ha cobrado la vida de 83 personas, entre ellos un bombero, inició desde la tarde de ayer miércoles. Sin magnitud fue sin precedentes.
Cientos de personas se quedaron sin su hogar. Se trata de una de las peores tragedias que ha vivido China en esta antigua colonia británica.
Hay al menos 76 personas que han sido hospitalizadas, entre ellos 11 bomberos quienes han trabajado sin parar con el fin de rescatar con vida a las víctimas que siguen sin localizar.
De las víctimas hospitalizadas 15 están en estado crítico, 28 se reportan graves y aproximadamente 900 damnificados por el incendio se encuentran acogidos en refugios temporales.
¿Cómo inició el incendio en este complejo habitacional?
Todo comenzó cuando los bomberos recibieron la alerta de incendio en un edificio habitacional, parecía un reporte sin mayores complicaciones hasta el fuego comenzó a propagarse de una forma devastadora.
Fueron ocho los conjuntos habitacionales que se incendiaron: los bloques de vivienda se incendiaron en cuestión de minutos.
Uno de los casos que ha sonado más en esta tragedia es el del estudiante de universidad de 19 años, Haylee, quien es residente de Wang Fue Court, ella estaba en clase cuando se enteró del siniestro.
Su abuela está a salvo, pero su madre continúa desaparecida: este es uno de los cientos de casos distintos que expresan de viva voz esta tragedia.
Este complejo se encontraba en renovación y rodeada de andamios de bambú. Esas estructuras exteriores facilitaron que las llamas ascendieran con rapidez por las fachadas.
La policía ha abierto una investigación penal y ha detenido a tres personas, informa el rotativo hongkonés SCMP: dos directores y un consultor de la empresa encargada de las obras. Se les acusa de negligencia grave por utilizar supuestamente materiales no homologados en las redes de andamiaje y por sellar ventanas con poliestireno, una práctica prohibida que pudo convertir las fachadas en el conducto perfecto para la propagación de las llamas.