El internet nació bajo la promesa de unir al mundo más allá de las fronteras físicas, y aunque lo logró, también trajo consigo efectos que apenas comenzamos a dimensionar. Hoy, diversas investigaciones apuntan a que, más allá de conectar, las plataformas digitales pueden contribuir a una desconexión interna: la de nuestra propia salud mental.
Un estudio reciente publicado el 24 de noviembre por la revista JAMA Network Open analizó el comportamiento de 295 jóvenes de entre 18 y 24 años que aceptaron reducir su uso diario de redes sociales a tan solo media hora. Una semana después, los resultados fueron contundentes: los niveles de ansiedad disminuyeron 16.1%, los síntomas de depresión bajaron 24.8% y el insomnio se redujo 14.5% en promedio entre los participantes. Aunque no se registraron cambios significativos en la sensación de soledad, los investigadores destacaron que el impacto positivo fue especialmente notable en quienes presentaban síntomas depresivos más severos antes de la intervención.
Estos hallazgos coinciden con advertencias previas publicadas en revistas especializadas, como Dialogues in Clinical Neuroscience, donde se advierte que el uso excesivo de tecnología y la exposición constante a estímulos digitales están asociados con déficit de atención, deterioro de la memoria y dificultades para ejecutar tareas que requieren esfuerzo cognitivo. Acciones tan cotidianas como recordar fechas importantes, números telefónicos o direcciones, ahora son delegadas a los dispositivos, lo que modifica la manera en que dependemos de la tecnología incluso para procesos mentales elementales.
La evidencia apunta a una misma conclusión: la tecnología, aunque indispensable, puede alterar funciones cognitivas y emocionales cuando su uso se vuelve desmedido. Reducir el tiempo en redes sociales no solo libera minutos del día, sino que ofrece un respiro al sistema nervioso, favorece la concentración y puede mejorar el sueño y el estado de ánimo en periodos sorprendentemente breves.
En un mundo donde la conexión permanente parece una obligación, estos estudios invitan a reflexionar sobre un equilibrio necesario. El internet sí nos acerca, pero también nos exige poner límites para no alejarnos de nosotros mismos.