
A siete calles del módulo de Policía Auxiliar del Sector 53, en pleno Polanco, Miguel Ángel de la Mora fue ejecutado de al menos cinco disparos de un arma calibre .380 que lo impactaron en el rostro y en el cuello.
Era la noche del lunes 29 de septiembre, cuando justo al salir de su salón de belleza ubicado en el cruce de Presidente Masaryk y Molière, una de las esquinas más transitadas y exclusivas de la capital, dos hombres en motocicleta lo interceptaron. Uno de ellos disparó sin titubeos y después, junto a su cómplice, escaparon hacia el Estado de México.
La escena ocurrió en el corazón de una colonia que presume ser una de las más vigiladas y seguras de la Ciudad de México, y quizá del país.
Así, mientras Mauricio Tabe, alcalde de Miguel Hidalgo, intentaba salir al paso con un discurso firme que aseguraba la seguridad de la zona, la sangre se acumulaba en los escalones de la entrada del “Micky’s Hair Salon”, un contraste evidente y doloroso.
Las primeras investigaciones apuntan a un posible conflicto personal. El periodista Antonio Nieto documentó que el estilista había denunciado desde septiembre del año pasado a un amigo cercano, identificado como Eduardo Ederly, por fraude y amenazas.
Esa relación de confianza se fracturó tras un trabajo inconcluso. Miguel aseguraba haber pagado, pero Eduardo insistía en que no. Lo que comenzó como una disputa laboral se convirtió en amenazas directas, con mensajes de WhatsApp y Facebook en los que Ederly advertía que quemaría sus salones de belleza en Guadalajara o en la Ciudad de México, sin importarle si había clientes adentro.
El Ministerio Público emitió una orden de restricción, pero no pasó a más: no hubo orden de aprehensión ni medidas de protección eficaces. La noche del ataque, esas advertencias se hicieron realidad.
La cantante Ángela Aguilar, una de las figuras más cercanas a Miguel, reaccionó con un mensaje desgarrador en redes sociales:
“Qué duro es aceptar que ya no estás, Micky. Contigo nunca fue solo el peinado. Me diste seguridad cuando más lo necesitaba… siempre encontraste la manera de hacerme sentir cómoda y de impulsarme a seguir adelante. Vuela alto, siempre te vamos a extrañar”.
Su despedida evidenció que la pérdida no era solo de un estilista, sino de un confidente, alguien que marcó etapas en la vida de varias figuras públicas.
Lo ocurrido con Miguel no es un hecho aislado en Polanco. Apenas dos semanas antes, el 16 de septiembre, los músicos colombianos B-King y Regio Clown fueron vistos por última vez en el gimnasio Smart Fit de Masaryk.
Las cámaras del lugar no pudieron dar claridad: sus tomas estaban bloqueadas por árboles. Días después, el 22 de septiembre, aparecieron desmembrados en Cocotitlán, Estado de México, semiempaquetados y junto a un narcomensaje atribuido a La Familia Michoacana.
La Fiscalía capitalina descartó secuestro: salieron por voluntad propia. El resultado fue un castigo brutal que apunta a un ajuste por disputas territoriales ligadas a la distribución de drogas sintéticas como el tusi, la llamada “cocaína rosa”, muy presente en fiestas privadas de lujo en la capital.
Ambos casos revelan la fragilidad de Polanco, una zona históricamente vinculada al poder económico y político. Lejos de ser impenetrable, sus calles han sido escenario de episodios violentos ligados a distintos grupos criminales.
En 2007, elementos del Ejército detuvieron en la colonia a Juan Carlos de la Cruz Reyna, operador del Cártel del Golfo.
En 2013, se documentó la presencia de la Unión Tepito en bares y centros nocturnos de Polanco, cobrando derecho de piso y operando bajo redes de corrupción.
El 20 de abril de 2023, en Plaza Carso, un ataque armado vinculado a integrantes de “Los Chapitos” terminó con la vida de un hombre señalado como parte del Cártel Arellano Félix.
El asesinato de Miguel, a siete calles de un módulo de policía y frente a un salón de belleza en una de las avenidas más exclusivas del país, evidencia que el lujo no es blindaje contra el crimen.
Que B-King y Regio Clown fueran vistos por última vez en Masaryk antes de aparecer mutilados en el Estado de México confirma que el crimen organizado no distingue zonas: se mueve entre las luces de boutiques internacionales y los callejones donde se negocian drogas de élite.
El gobierno capitalino presume contar con más de 83 mil cámaras del C5 y proyecta cerrar el año con más de 113 mil. En Polanco, además de esas cámaras públicas, abundan sistemas privados en comercios, restaurantes, boutiques y residencias de lujo. Pero la masividad no se tradujo en protección.
Esa noche, las cámaras sirvieron solo para registrar la huida de los sicarios. Ninguna evitó que dispararan a quemarropa.
Polanco, con todo su despliegue de vigilancia y la insistencia oficial en que es una “zona segura”, se muestra hoy como un territorio en disputa. Entre boutiques y restaurantes de alta gama operan grupos criminales que cruzan con audacia las fronteras del lujo. Lo de Miguel y lo de los músicos colombianos no son hechos aislados: son advertencias.
Polanco, símbolo del glamour de la Ciudad de México, late hoy como una zona criminal.
Miguel Ángel de la Mora tenía apenas 28 años. Conocido como “Micky Hair”, había construido una carrera meteórica como estilista de celebridades. Entre sus clientas estaban Ángela Aguilar, Kenia Os, Natalia Dupeyrón, Priscila Escoto y otras figuras públicas que lo presumían en redes sociales. Lo buscaban por su talento, pero también por su capacidad de acompañar emocionalmente en momentos de exposición mediática. No era solo un estilista; era un aliado de confianza.
Días antes de su muerte había viajado a Punta Mita con Diana Esparragoza, nieta de Juan José “El Azul”, uno de los históricos líderes del Cártel de Sinaloa. En redes sociales compartía imágenes de viajes a Tokio, París, destinos europeos, siempre rodeado de lujos. Esa ostentación, dicen investigadores federales, no pasó desapercibida para agencias de inteligencia. Aunque no hay acusaciones formales, su círculo de amistades y la visibilidad de su estilo de vida alimentan otra línea de investigación: posibles nexos con familias del crimen organizado.