
La víctima, quien en esta conversación se hizo llamar María por cuestiones de seguridad, reveló que a todos los reclutados se les decomisaban sus identificaciones, papeles y otros objetos personales para ser incinerados y que después, eran vestidos con chamarras naranjas con antirreflejantes para ser ubicados por sus captores.
Específicamente María, contó al colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, que fue llevada al rancho Izaguirre bajo engaños de que trabajaría como cortadora de fresa y durazno, algo que nunca sucedió.
Entre muchas otras revelaciones y acusaciones de esta mujer, figuran señalamientos directos al Gobierno del Estado de Jalisco y a las propias autoridades locales.
Asimismo, la mujer asegura que, pese a las declaraciones de las autoridades de no haber encontrado indicios de restos óseos, sí hay personas enterradas dentro y fuera del Rancho Izaguirre, hoy mundialmente conocido como “El Rancho del Terror".