
Ernesto Barajas, vocalista y líder del grupo Enigma Norteño, fue asesinado a plena luz del día en una pensión de vehículos en Zapopan, Jalisco, enlutando al mundo del regional mexicano y encendiendo las alertas tanto de autoridades como de su propia familia, pues desde hace dos años había recibido amenazas de muerte firmadas por el Cártel Jalisco Nueva Generación.
Ocurrió el martes 19 de agosto, cuando alrededor del mediodía una ráfaga de balas interrumpió la rutina de la pensión de vehículos Mariano Otero, en la colonia Arenales Tapatíos. Bajo el contexto de la violencia e inseguridad que vive el país, nadie imaginaba que el blanco del atentado sería un famoso cantante y compositor.
Tras ser alcanzado por los disparos que dañaron varios automóviles, el cuerpo del músico de 38 años cayó boca abajo. Vestía una playera café, pantalón y tenis negros.
Lo acompañaba un hombre cuya identidad no ha sido revelada y quien también fue asesinado en la balacera. Su cuerpo quedó entre equipo automotriz y una lona blanca; vestía playera negra, pantalón oscuro y gorra café. Además, una joven que apenas superaba la mayoría de edad y completamente ajena a los hechos resultó gravemente herida por estar en el lugar y la hora equivocados.
Testigos señalan que los responsables fueron dos sicarios a bordo de una motocicleta. Llegaron al negocio sin previo aviso, cortaron cartucho, abrieron fuego de manera indiscriminada y escaparon en cuestión de minutos.
Mientras la autoridad acudía al llamado de emergencia, los casquillos metálicos quedaron regados en el pavimento, el eco de los disparos retumbaba entre las paredes y los vecinos entraban en pánico sin saber qué hacer. Al llegar la policía, no tardaron en confirmar la identidad de una de las víctimas: era Ernesto Barajas.
El músico, nacido en septiembre de 1986 en Culiacán, Sinaloa, construyó una carrera marcada por la controversia. Desde muy joven mostró talento para la música y a los 18 años fundó Enigma Norteño, la agrupación que lo llevaría a los escenarios más importantes del regional mexicano.
Su voz grave y sus corridos de estilo norteño-banda le dieron reconocimiento casi de inmediato, interpretando narcocorridos como Mayito Gordo, Los Lujos del R o El Ondeado. Su popularidad lo convirtió en un referente musical que atraía multitudes, pero al mismo tiempo levantaba sospechas sobre una posible relación o cercanía con la delincuencia organizada.
Con los años, Enigma Norteño sumó más de cuatro millones de oyentes mensuales en Spotify y cruzó la frontera con giras en Estados Unidos. Barajas se movía entre entrevistas, conciertos y grabaciones, pero también entre rumores, amenazas y advertencias, pues en el repertorio del grupo aparecieron corridos dedicados a personajes de los dos grandes cárteles que disputan México: el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación.
Barajas interpretó temas para Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, pero también para Iván Archivaldo Guzmán, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Había canciones sobre Ismael “El Mayo” Zambada y sobre facciones rivales dentro de Sinaloa.
En entrevistas, el cantante admitió que un corrido por encargo podía costar más de 25 mil dólares. También confesó que procuraba ser cuidadoso y que siempre trataba de “no ofender a otros bandos”, porque sabía que cada palabra podía convertirse en un problema personal.
En julio de 2023, una narcomanta apareció en Rosarito, Baja California. El mensaje, firmado presuntamente por el cártel de las cuatro letras, lo acusaba de estar protegido por operadores de Sinaloa y le prohibía cantar en esa plaza, lo que provocó la cancelación inmediata de su presentación “por recomendación de las autoridades”.
Los rumores sobre sus nexos no eran nuevos. La periodista especializada en seguridad y crimen organizado Anabel Hernández, en su libro Narcosistema, lo describió como un supuesto “mensajero” cercano a Néstor Isidro Pérez Salas, alias “El Nini”, exjefe de seguridad de Los Chapitos, quien hoy permanece preso en Estados Unidos.
En marzo de este año, otro cantante, Arley Pérez, lo acusó públicamente de “bloquear” su carrera musical por órdenes de El Nini, y también lo señaló como emisor de recados dentro del Cártel del Pacífico. Barajas no respondió y el silencio fue su única postura.
Fuera de los reflectores, Ernesto llevaba una vida de familia. En 2010 conoció a Alexis Sillas, una joven de Los Mochis que se volvió su compañera de vida. Se encontraron en un vuelo; él se presentó como abogado y, un mes después, le pidió matrimonio. Se casaron cuando ella tenía 22 años y de su unión nacieron dos hijos: Ernestito y Alix.
Más tarde, Alexis, conocida en redes como Ebas Jr., se convirtió en figura digital y emprendió negocios propios. Junto a Ernesto impulsó proyectos como Pokermusic, una iniciativa para apoyar a jóvenes talentos que tocaban en la calle.
En los últimos años, Barajas incursionó en otro público al abrir un canal de YouTube para crear el pódcast “Puntos de vista”, donde entrevistó a colegas como Carín León, Gabito Ballesteros y Eduin Caz de Grupo Firme.
El canal alcanzó más de 300 mil suscriptores y superó las dos millones de reproducciones. En ese espacio se mostraba distinto: menos cantante de corridos, más conversador, curioso, dispuesto a hablar de música, de industria y de anécdotas. Un lado que lo acercó a nuevas audiencias y que hoy queda como archivo de una voz silenciada.
Su asesinato reabrió heridas viejas en Enigma Norteño. En 2012, su baterista José Baldenegro Valdez fue levantado en Culiacán y encontrado sin vida días después. En entrevistas, Ernesto confesó que había sido “lo más feo y lo más impactante” que le había tocado vivir. Recordó que estaban a punto de viajar a Carolina del Norte para una presentación cuando recibió la noticia.
La ausencia del baterista marcó a la agrupación. Ahora, con la pérdida de su vocalista y fundador, el grupo queda frente a una tragedia doble.