
Basura espacial de SpaceX invade costas de Tamaulipas
El Golfo de México es testigo de una nueva amenaza. Pero esta vez, no proviene de la pesca industrial ni de un huracán: es basura espacial. A tan solo días de la explosión del noveno cohete Starship de la empresa SpaceX, fragmentos de plástico, caucho, aluminio y tanques metálicos comenzaron a llegar a las costas mexicanas. Su destino: Playa Bagdad, en el municipio de Matamoros, Tamaulipas.
La organización ambientalista Conibio Global A.C. fue la primera en encender las alarmas. Durante recorridos de monitoreo realizados el 1 de junio, sus técnicos documentaron miles de fragmentos esparcidos a lo largo de 40 kilómetros de playa. Varios de esos residuos —tanques de más de 2,000 kilogramos— portaban etiquetas que los vinculan directamente con la compañía de Elon Musk.
En plena temporada de anidación y nacimiento de tortugas lora, especie en peligro de extinción, los ambientalistas advierten que los restos del cohete representan un riesgo inminente. Las crías, al dirigirse hacia el mar, podrían confundir fragmentos plásticos con alimento y morir por ingestión.
Explosión en el Golfo y sus fragmentos en México
El cohete Starship fue lanzado el 27 de mayo de 2025 desde la base de Boca Chica, Texas, ubicada a tan solo 5 kilómetros de la frontera con México. Al alcanzar la altitud deseada, la nave se separó del propulsor Super Heavy, una estructura de 200 toneladas que cayó al Golfo de México y explotó al hacer contacto con el agua.
El estallido, pudo ser visible por los mismos pobladores de Tamaulipas y ampliamente difundida en redes sociales. Días después, los restos comenzaron a llegar a territorio mexicano, donde la Sedena intervino para acordonar zonas de riesgo, pues incluso se encontró un artefacto de gran tamaño similar a un misil.
Entre los objetos detectados y contabilizados a la fecha son por lo menos 17 tanques metálicos, múltiples piezas de aluminio, residuos de caucho, fragmentos plásticos y partes de lo que se presume, sería el motor del cohete.
Riesgo ambiental y sanitario
La preocupación no es solo ambiental, sino también de salud pública. Según Elías Ibarra, presidente de Conibio Global, algunos fragmentos han provocado pequeños incendios tras caer en tierra firme, y vibraciones derivadas de las explosiones han afectado viviendas cercanas a la frontera.
Además, la organización asegura que en días recientes han aparecido delfines y peces muertos en la zona, lo cual podría estar relacionado con los residuos de los lanzamientos. Las investigaciones apenas comienzan, pero ya se han entregado más de una tonelada de basura espacial a las autoridades como evidencia del impacto.
La Laguna Madre, uno de los humedales más importantes del país y considerada sitio Ramsar por su riqueza ecológica, también se encuentra en riesgo pues se teme que parte de estos residuos, ya hayan alcanzado la reserva natural que alberga manatíes, ballenas, tiburones, aves migratorias y otras especies de tortugas marinas.
Autoridades reaccionan: Seduma y Profepa al frente
La Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (Seduma) de Tamaulipas, encabezada por Karina Lizeth Saldívar, solicitó formalmente al gobierno federal la apertura de una investigación ambiental, escrito que ya fue presentado ante la Procuraduría Ambiental y Urbana del estado, así como ante la Profepa, organismos que determinarán el origen exacto de los residuos y poder establecer responsabilidades.
La titular de Seduma calificó los hallazgos como “un potencial riesgo para el entorno costero y la seguridad de la población”, y confirmó que se ha dado parte también a instancias como la Conanp y la Secretaría de Marina.
Por su parte, la Profepa emitió un comunicado asegurando que ya colabora con otras dependencias gubernamentales para realizar labores de limpieza, análisis y seguimiento. Las acciones buscan evitar una crisis ambiental mayor, pues las corrientes marinas siguen arrastrando nuevos restos hacia las costas mexicanas.
Iniciativa legislativa y exigencia internacional
La diputada local Elvia Eguía Castillo, de Morena, presentó ante el Congreso de Tamaulipas un exhorto formal al gobierno federal para que se regule la actividad aeroespacial en zonas cercanas a ecosistemas sensibles, como lo es la costa noreste de México.
El documento enfatiza que la zona económica exclusiva del país está protegida por la Ley Federal del Mar, por lo que cualquier acción extranjera que genere impactos en el mar o sus costas debe respetar la soberanía y legislación ambiental mexicana.
En el escrito también se pide a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas actuar con prontitud, especialmente por la cercanía del evento con la temporada crítica de liberación de más de 17 mil tortugas lora, que utilizan estas playas como santuario de reproducción.
Además, Conibio Global ha pedido escalar el caso a nivel internacional, a fin de que la empresa SpaceX asuma su responsabilidad por los impactos ambientales generados. Insisten en que no se oponen a la innovación tecnológica, pero exigen que ésta se lleve a cabo con criterios de responsabilidad ambiental y respeto a la vida marina.
Más allá del espacio: el impacto en tierra y mar
A pesar de que el lanzamiento ocurrió en territorio estadounidense, las consecuencias cruzaron la frontera sin restricciones. La explosión del cohete ha provocado una cadena de daños que abarca desde ecosistemas costeros y fluviales, hasta zonas urbanas y viviendas particulares.
Para los activistas, la aparición de basura espacial en Playa Bagdad, el Río Bravo y zonas protegidas no es un caso aislado pues incluso documentan que desde 2023, tras los primeros vuelos de prueba de SpaceX en la frontera con Texas, se han acumulado residuos en aguas mexicanas sin que exista un mecanismo claro de control o reparación.
La situación continúa evolucionando. Las corrientes siguen trayendo fragmentos, y pescadores aseguran haber visto una estructura del tamaño de un tráiler flotando hacia la playa, presuntamente otra parte del cohete accidentado.
Mientras tanto, las tortugas lora comienzan a nacer… y su camino hacia el mar podría estar lleno de obstáculos invisibles: residuos brillantes, plásticos fragmentados, piezas de metal… así como de basura espacial que, más allá del asombro tecnológico, se ha convertido en una amenaza real para la biodiversidad mexicana.