
La fractura del Cártel de Sinaloa comenzó en silencio y desde adentro.
Primero con el rompimiento de su aliado histórico, Ismael “El Mayo” Zambada, seguido de traiciones, revelaciones y una cacería interminable. Hoy, el núcleo más íntimo y cercano a “Los Chapitos” enfrenta su mayor y peor crisis de los últimos años.
La caída más reciente e importante es la de Jorge Humberto Figueroa Benítez, alias “El Perris” o “El 27”, jefe de seguridad de dicha facción del también llamado Cártel del Pacífico, liderada por los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Eran aproximadamente las cuatro de la tarde del 23 de mayo, cuando fuerzas especiales del Ejército Mexicano se movilizaron en la colonia Ciudades Hermanas, municipio de Navolato, Sinaloa, desplegando un intenso operativo por tierra y aire en coordinación con la Guardia Nacional y la Secretaría de Seguridad Pública.
En el cielo sobrevolaban helicópteros artillados y en las calles, vehículos militares de alto blindaje. No se trataba de una operación cualquiera. Las fuerzas federales buscaban a Jorge Humberto Figueroa Benítez, alias “El Perris” o “El 27”.
Este hombre, considerado objetivo prioritario por autoridades mexicanas y estadounidenses, fue localizado al interior de una vivienda de un solo piso, pintada de rojo, con una doble ruta de escape diseñada para una posible huida, cosa que no sucedió.
Al irrumpir en el inmueble y ser atacados a balazos, soldados del Ejército repelieron la agresión armada, abatiendo a este líder criminal justo en una de las recámaras de la vivienda.
Según fotos que circulan en redes sociales, su cuerpo quedó tendido boca arriba sobre el colchón de la cama, justo a un costado de un rifle de alto poder, rodeado de varias prendas de ropa, una escalera metálica y al menos dos contenedores de plástico. Debajo, el piso destruido y reducido a escombros. Detrás, varios impactos de arma de grueso calibre, similares a los que dejan las AK-47 o las .50 BMG.
Según la Agencia Antidrogas de Estados Unidos, la DEA, Jorge Humberto Figueroa Benítez tenía 33 años y era, en parte, responsable —junto al Cártel de Sinaloa— del flujo masivo de fentanilo a Estados Unidos en los últimos años.
El 4 de abril del año pasado, un gran jurado federal del Distrito Sur de Nueva York presentó una acusación formal en su contra, señalándolo por participar en una empresa criminal continua, conspiración de importación y tráfico de fentanilo, posesión y conspiración para poseer ametralladoras y dispositivos destructivos, así como conspiración para lavar dinero.
La historia indica que desde muy joven, “El Perris” fue reclutado por la facción de Los Dámaso, perteneciente también al Cártel del Pacífico. Sin embargo, cuando dicha célula se fracturó, se integró a Los Chapitos, convirtiéndose en líder de su brazo armado conocido como Los Ninis.
Su ascenso fue rápido. Primero como escolta de Néstor Isidro Pérez Salas, alias “El Nini”, y luego como jefe de seguridad directamente de Iván Archivaldo Guzmán, “El Chapito”.
El rostro de Figueroa Benítez incluso apareció en grabaciones del “Culiacanazo”, también llamado “Jueves Negro”, del cual habría sido el principal organizador y operador. Fue ese 17 de octubre de 2019 cuando se le vio disparando un arma calibre .50 contra personal militar durante la fallida detención de Ovidio Guzmán, “El Ratón”.
También se tiene registro de su participación en 2020 durante un enfrentamiento entre Los Chapitos y Los Rusos, en la sindicatura de Tepuche. Siempre al frente, siempre armado y siempre violento, según narraciones de la gente con la que convivió.
En su momento, también fue considerado un hombre con inteligencia en demasía. Las fuerzas mexicanas no lo atraparon ni a la primera ni a la segunda oportunidad que tuvieron.
En un primer operativo desplegado en el fraccionamiento Alameda de Culiacán, logró escapar por el sistema de alcantarillado tras ocultarse en un departamento, supuestamente apoyado por policías municipales.
Un mes después, en septiembre, en la localidad de Chinitos, municipio de Angostura, se enfrentó directamente con militares, logrando huir a bordo de un vehículo rastreado hasta La Palma, en Navolato, lugar donde, pese a haber burlado a la autoridad, se convirtió en su última morada.
Su ejecución representa el golpe más reciente e importante a la estructura de seguridad de Los Chapitos desde la captura de “El Nini” en noviembre de 2023. Pero estas no han sido las únicas bajas. Desde esa fecha, al menos ocho operadores clave de la organización han sido asesinados o ejecutados en distintos puntos del país. La mayoría, a manos de fuerzas armadas o de facciones rivales asociadas con La Mayiza.
Comandante Coco
Juan Carlos “N”, alias “Comandante Coco”, era líder del grupo armado Los Ranas. Fue abatido el 9 de septiembre de 2023 en Culiacán durante un tiroteo que paralizó parte de la ciudad. Su cuerpo fue hallado con múltiples impactos de bala. Vestía mezclilla azul, camiseta negra y una capucha. Era considerado el heredero de “El Güero Ranas”, asesinado en 2016.
El Bob Esponja
Marco Antonio Sánchez Muñoz, conocido como “El Bob Esponja”, fue ejecutado el 23 de enero en el fraccionamiento Villa Bonita. Antes de morir, fue exhibido esposado y golpeado en un video donde confesó trabajar para Los Chapitos y aseguró ser compadre de Fernando Pérez Medina, “El Piyi”. Su cuerpo fue abandonado con un narcomensaje firmado por “Los Mayos”.
El Kastor
Mario Alberto Jiménez Castro, “El Kastor”, operador financiero de alto nivel, fue asesinado a quemarropa el 2 de febrero de 2024 en el Estado de México. Presuntamente lavaba dinero para el Cártel de Sinaloa mediante criptomonedas. Operaba bajo una falsa identidad y era cuñado del influencer conocido como “El Jasper”, asesinado de igual forma un par de meses antes.
El Gavilán
Juan Luis Castro Morales, “El Gavilán”, se mantuvo temporalmente al mando de la seguridad de Iván Archivaldo en 2024. Fue abatido en Culiacán el 6 de enero por una célula delictiva conocida como Los Rugrats. Tenía tatuajes distintivos con las siglas GDIA, haciendo alusión a “Gente de Iván Archivaldo”.
Los Elenes
Noel Elenes Higuera y Eonofre Valdez Elenes eran operadores del clan familiar vinculado a Alejandrina Guzmán Salazar, una de las hijas de “El Chapo”. Ambos fueron asesinados el 22 de abril durante una emboscada en Pradera Dorada, Culiacán. Se les atribuye tráfico de drogas entre México y EE.UU., así como uso de dispositivos encriptados y cuentas bancarias para mover dinero entre Los Ángeles y Sinaloa.
Delta 10
Eleazar Pulido Landeros, “Delta 10”, fue jefe del grupo armado Los Deltas en Sonora. Se le vincula con el asesinato de un exmarine estadounidense identificado como Nicholas Quets. Su cadáver fue hallado el 23 de mayo en el desierto de Pitiquito.
Con todos estos nombres y otros más en fila, se muestra que el abatimiento de Jorge Humberto Figueroa Benítez no es un hecho aislado, sino el desenlace de una serie de traiciones, rupturas internas y ajustes de cuentas que han dejado a Los Chapitos al borde del colapso y bajo el asedio de las autoridades.