Un reciente experimento realizado en la red de metro de Milán, Italia, sugiere que la simple presencia de una persona disfrazada como Batman puede incentivar conductas altruistas entre los usuarios del transporte público.
En la prueba, investigadores de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán observaron 138 trayectos en los que una mujer embarazada, por medio de un vientre prostético, abordaba el vagón para evaluar la disposición de los pasajeros a ofrecerle un asiento. En el intento sin Batman, alrededor del 38 por ciento de los usuarios cedió su lugar.
En cambio, cuando la figura de Batman ingresaba por otra puerta en el mismo vagón, el porcentaje de cortesía se disparó al 67 por ciento, es decir, más del doble de personas dispuestas a ceder el asiento.
Curiosamente, del total de quienes cedieron el asiento en presencia del héroe enmascarado, un 44 por ciento declaró no haber visto realmente al disfrazado. Este dato sugiere que no fue solo la presencia consciente del superhéroe, sino la alteración inesperada de la rutina lo que promovió una mayor atención al entorno social.
Los autores del estudio, liderados por el psicólogo Francesco Pagnini, interpretan este resultado como una confirmación de que los eventos inesperados en contextos cotidianos pueden activar normas de cortesía y altruismo. Romper la rutina automática del día a día parece reactivar la empatía y la disposición a ayudar.
Estos hallazgos se han apodado coloquialmente como “efecto Batman”. Más allá del disfraz, lo que cuenta es la interrupción del contexto habitual, (un vagón lleno de gente, rutina, prisa) que permite a las personas reconectar con normas sociales de apoyo y solidaridad.
Para quienes usan transporte público, este experimento ofrece una reflexión: la cortesía y la ayuda mutua no requieren necesariamente de campañas formales, sino a veces del rompimiento de lo común, de un detalle inesperado que despierte conciencia hacia quienes nos rodean.