 
                                        Daniel Radcliffe volverá a pararse frente a un público, sin escenografía, sin capa, sin varita. Solo él, un micrófono y una historia que duele… pero que también cura. El actor británico, recordado por millones como el joven mago de Hogwarts, regresará a Broadway el próximo febrero con la obra Every Brilliant Thing, una pieza que no busca deslumbrar con efectos, sino conmover desde lo esencial: la palabra y la conexión humana.
La obra es un monólogo. No hay más personajes, no hay artificio. Solo un hombre que intenta hacer algo sencillo y monumental a la vez: crear una lista con todas “las cosas brillantes del mundo” para animar a su madre, una mujer que vive bajo la sombra de la depresión y los pensamientos suicidas. La historia se construye desde lo pequeño —una rebanada de pastel, un abrazo, una canción que no se olvida— y se levanta como una defensa ante el vacío.
Radcliffe no es ajeno a los escenarios de Nueva York. En 2007 sorprendió con Equus, un papel que lo alejó para siempre del estigma infantil de Harry Potter. Luego vinieron How to Succeed in Business Without Really Trying, The Lifespan of a Fact y, más recientemente, el musical Merrily We Roll Along, por el que ganó su primer premio Tony en 2024. Aquella noche, cuando subió al escenario a recibir el galardón, se le vio tembloroso, agradecido, como si el teatro lo devolviera a su centro.
Ahora vuelve, pero con algo distinto. Every Brilliant Thing no es solo actuación; es cercanía. El público no es espectador: es parte de la historia. Cada función cambia porque Radcliffe invita a la gente a leer en voz alta los elementos de la lista, a sumarse, a recordar sus propias razones para seguir. “Hay algo en la naturaleza de esta obra y en la conexión que se establece con el público, incluso antes de que empiece la función, que me intriga y me emociona mucho”, confesó al New York Times.
Las funciones previas comenzarán el 21 de febrero de 2026 en el teatro Hudson, un recinto clásico de Manhattan. El estreno oficial será el 12 de marzo y la temporada se extenderá hasta el 24 de mayo. Tres meses para que cada noche —como una ceremonia laica de esperanza— se repita ese intento de enumerar lo que vale la pena.
Every Brilliant Thing nació en 2014, en el Festival Fringe de Edimburgo. Ese mismo año llegó a los escenarios Off-Broadway y, desde entonces, ha viajado por más de 80 países. Es una obra mínima en recursos, pero enorme en sensibilidad: un guion que habla del suicidio sin morbo, de la tristeza sin vergüenza, del amor sin adornos. Actualmente también se presenta en Londres, con Minnie Driver en el papel principal. Radcliffe, que hoy tiene 36 años, lo sabe: el teatro es un espacio de resistencia.
Radcliffe, que hoy tiene 36 años, habló con naturalidad sobre su regreso a los escenarios. Dijo que disfruta trabajar en Nueva York, que el teatro le exige de una forma distinta al cine y que su intención es seguir haciéndolo mientras el cuerpo se lo permita. No hay romanticismo en sus palabras, sino una certeza simple: la de un actor que encontró en el escenario un lugar estable, lejos del ruido de la fama que lo marcó desde niño.
Every Brilliant Thing no es una historia sobre la tristeza, sino sobre la resistencia. La obra mira de frente la depresión, pero lo hace desde los gestos comunes: una canción, una risa, una comida favorita. Radcliffe no busca conmover; busca acompañar. Y eso se percibe en cada función, donde el público se involucra, responde y termina completando la lista de cosas que dan sentido.
Su regreso no tiene que ver con nostalgia ni con redención. Es continuidad. Es el camino natural de un actor que creció en escena y que ahora, sin artificios, vuelve a hablarle al público desde lo más básico: su voz, su presencia y una historia que cualquiera podría reconocer como propia.