Tupperware, una de las marcas más icónicas en el mundo de los artículos de almacenamiento de alimentos, se ha declarado en bancarrota en Estados Unidos tras décadas de operación. La empresa, que se ha ganado un lugar en millones de hogares a nivel mundial con sus innovadores recipientes de plástico, ha solicitado la protección bajo el Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos, en un intento por reorganizar su situación financiera y facilitar la venta de la empresa, mientras continúa operando.
Esta multinacional, fundada en 1946 en Massachusetts por el químico Earl Tupper, revolucionó la industria de los artículos para el hogar con su famoso "tazón maravilla", un recipiente de plástico con una tapa hermética que permitió a las familias conservar sus alimentos de forma más eficaz. Lo que comenzó como un producto innovador se convirtió en un símbolo de prosperidad tras la Segunda Guerra Mundial, logrando una popularidad inusitada gracias a su venta directa, que incluía demostraciones en casa organizadas principalmente por amas de casa.
Sin embargo, a pesar de su éxito inicial y la expansión global que logró en las décadas siguientes, Tupperware ha enfrentado dificultades financieras en los últimos años. La creciente competencia en el mercado de productos para el hogar, junto con la transición de los consumidores hacia las compras en línea y la búsqueda de alternativas más económicas y sostenibles, debilitó significativamente la demanda de sus productos. Aunque la pandemia de COVID-19 provocó un breve resurgimiento en las ventas, ya que muchas personas comenzaron a cocinar más en casa, este impulso no fue suficiente para salvar a la empresa.
En marzo de 2024, la compañía ya había retrasado la presentación de sus resultados financieros de 2023, lo que generó preocupación entre inversores y analistas. Posteriormente, en junio, Tupperware anunció el cierre de su única planta en Estados Unidos, ubicada en Florida, y el despido de casi 150 empleados. Estos movimientos eran una señal de los graves problemas financieros que enfrentaba la empresa.
De acuerdo con los documentos presentados en el tribunal, Tupperware tiene activos valorados entre 500 millones y 1.000 millones de dólares, mientras que sus pasivos se sitúan entre 1.000 millones y 10.000 millones de dólares. Además, la compañía tiene una deuda de más de 700 millones de dólares en préstamos, lo que ha dificultado su capacidad para seguir operando sin reestructurar su deuda.
La CEO de Tupperware, Laurie Ann Goldman, quien asumió el cargo en 2022 en un intento por rescatar a la empresa, ha declarado que la solicitud de bancarrota es un paso necesario para garantizar la supervivencia de la marca. "Este proceso tiene como objetivo brindarnos la flexibilidad esencial para explorar alternativas estratégicas que respalden nuestra transformación en una empresa digital y basada en la tecnología, mejor posicionada para servir a nuestros accionistas", dijo Goldman en un comunicado.
La declaración de quiebra es la culminación de varios años de luchas internas dentro de la empresa, marcados por una serie de intentos fallidos de modernización. A pesar de los esfuerzos de Tupperware por diversificar su oferta de productos y adoptar nuevas tecnologías, la competencia de gigantes como Amazon y Walmart, que ofrecen una amplia gama de recipientes similares a precios más bajos, terminó por erosionar su base de clientes.
El modelo de ventas directas, que alguna vez fue la piedra angular del éxito de Tupperware, también perdió relevancia en un mundo donde las compras en línea dominan el panorama del comercio minorista. Aunque la empresa intentó adaptarse, su dependencia de un ejército de 300.000 vendedores amateurs no pudo sostenerse frente a la rapidez con la que los hábitos de consumo cambiaban.
A pesar de la solicitud de quiebra, Tupperware sigue operando y sus productos aún están disponibles en más de 100 países. En México, por ejemplo, la empresa tiene una presencia importante desde 1966, cuando abrió su planta en Lerma, Estado de México. Esta instalación se ha mantenido como una de las más grandes en operaciones internacionales de la marca, con capacidad para producir una amplia gama de productos para el hogar.
El futuro de Tupperware es incierto, aunque sus directivos confían en que la protección bajo el Capítulo 11 les permitirá reorganizar sus finanzas y encontrar un comprador que pueda darle una nueva vida a la empresa. Mientras tanto, los consumidores de todo el mundo se enfrentan a la posibilidad de que uno de los nombres más emblemáticos en la industria de los productos para el hogar desaparezca o cambie radicalmente en los próximos meses.
La historia de Tupperware es un recordatorio de que incluso las marcas más queridas no son inmunes a los cambios en las tendencias de consumo y a las dinámicas del mercado global. Aunque la empresa ha dejado una huella indeleble en la vida de millones de personas, su lucha actual refleja los desafíos que enfrentan las empresas tradicionales para mantenerse relevantes en un mundo en constante cambio. Con la declaración de quiebra, el final de una era parece estar cada vez más cerca, a menos que Tupperware logre encontrar una solución que le permita adaptarse y sobrevivir en un mercado cada vez más competitivo.