La Ciudad de México se prepara para la movilización del 25N — Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres — con una notable presencia policiaca y resguardo de espacios simbólicos. Desde la madrugada del lunes, el Zócalo de la Ciudad de México y edificios patrimoniales como Palacio Nacional, la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México y la Suprema Corte de Justicia de la Nación aparecieron rodeados de vallas metálicas de cerca de tres metros de altura.
Las estructuras se extienden desde la calle Seminario hasta la esquina de Corregidora, con el objetivo declarado de “resguardar accesos y fachadas” ante posibles enfrentamientos, luego de los actos violentos registrados tras la marcha de la llamada Generación Z.
En un llamado desde la mañanera del lunes, la presidenta Claudia Sheinbaum pidió que la protesta sea “pacífica” y adelantó que su gobierno presentará un programa nacional de protección a las mujeres. El plan contempla reformas legales para sancionar el abuso sexual y el acoso, así como la instalación de centros de atención especializados: los llamados “Centros Libres” y una iniciativa comunitaria denominada “Tejedoras de la Patria”.
Por su parte, diversas colectivas feministas convocaron la marcha para este martes 25 de noviembre, con concentraciones que comenzarán alrededor de las 15:00 horas en puntos como la Glorieta de las Mujeres que Luchan, la fuente de la Diana Cazadora, el Ángel de la Independencia y el Monumento a la Revolución. Se prevé que los contingentes avancen por Paseo de la Reforma, tomen Avenida Juárez, Eje Central y 5 de mayo, para concluir en el Zócalo capitalino.
Además de la marcha, están programadas otras actividades conmemorativas: foros, conversatorios y acciones de concientización sobre la violencia de género. Las organizaciones exigen justicia para víctimas de feminicidio, castigo al acoso y una atención integral para mujeres en situación de riesgo.
El cerco físico sobre el centro histórico —y el llamado oficial a la paz— anticipan un 25N tenso, donde se espera más que una marcha: una prueba del equilibrio entre exigencia social y control gubernamental.