Todo ocurrió la madrugada del 26 de abril de 1986, un fuerte estruendo despertó a los habitantes de Prípiat, una ciudad creada en los años setenta, en Chernóbil, para los trabajadores de la central nuclear ‘Vladimir Ilich Lenin’, al norte de Ucrania, que en ese momento pertenecía a la ahora extinta Unión Soviética.
Aquella noche el cielo se iluminó con la llamarada que provenía desde la central nuclear. Los habitantes de esa comunidad, ubicada a tan solo tres kilómetros de distancia de los reactores, desconocían que aquellas luces que ‘adornaban’ el cielo, se provocaron tras la mayor catástrofe nuclear de la historia.
Al no tener información, la población continuaba realizando su vida de forma regular, sin tomar en cuenta ninguna medida de prevención o protección, debido a que estaban expuestos a una de las radiaciones más fuertes de la historia, era 400 veces superior a la liberada por la bomba atómica en Hiroshima.
Ese día se tenía programada una prueba de seguridad en el cuarto reactor RBMK de la central de energía nuclear. Empezó a la una de la madrugada con 23 minutos. No se siguió el protocolo y la potencia del reactor salió de control.
A pesar de los intentos de los trabajadores por apagarlo, se produjeron explosiones en cadena que terminaron con un estallido. El núcleo quedó expuesto y el material radioactivo se esparció por la atmósfera.
Bomberos sin equipo de protección llegaron al lugar para intentar contener el fuego, sin dimensionar la magnitud del ‘monstruo’ al que se enfrentaban.
Después de 36 horas del estallido, los habitantes de Prípiat fueron desalojados, pero era demasiado tarde. El Partido Comunista de la Unión Soviética, ocultó la noticia del accidente nuclear exponiendo a su población y al mundo entero a un nivel de radiación extremo.
Oficialmente murieron 31 trabajadores de la planta y bomberos. En los días siguientes fallecieron miles de personas más. Los números de los decesos ligados al accidente nuclear siguen siendo tema de debate.
Dos días después del accidente, un trabajador de la planta nuclear de Forsmark en Suecia, a más de mil kilómetros de distancia de Chernóbil, detectó niveles elevados de radiación. Tras varios análisis descubrieron que provenía de la entonces Unión Soviética.
Gracias a esto, la Unión Soviética reconoció el accidente nuclear, y las autoridades suecas informaron al mundo lo que estaba ocurriendo.
Han pasado 36 años desde aquella madrugada fatal y aunque los materiales radiactivos más dañinos se han desintegrado ya, otros que son nocivos para la salud como el cesio y el plutonio permanecen en el medio ambiente. Se dice que Chernóbil y la zona de exclusión no serán habitables de nuevo hasta dentro de veinte mil años.
Prípiat, que llegó a tener 50 mil habitantes, hoy es un pueblo fantasma, ocupado únicamente por la flora y la fauna que se ha multiplicado libremente ante la falta de la presencia humana. Los edificios, escuelas, hospitales, parques, están abandonados. Solo quedan los escombros y el recuerdo de lo que alguna vez fue una ciudad próspera, que se ha convertido en una atracción para algunos turistas extremos que gustan de visitar la zona de desastre.
Años más tarde, distintas organizaciones públicas y privadas se han dado a la tarea de estudiar a detalle las consecuencias que dejó este devastador accidente nuclear.
A pesar que las cifras y las causas precisas aún siguen en discusión, los especialistas detectaron diferentes tipos de cánceres, mutaciones, cataratas y depresión; entre los principales daños a la salud que provocó este desastre en la central nuclear ‘Vladimir Ilich Lenin’.
Especialistas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la ONU, estiman que este accidente nuclear causó la muerte de alrededor de 9 mil personas, 4 mil de ellos por cáncer en ciudadanos de la región y 5 mil más de otras poblaciones, esto debido por la radiación que se expandió.
El cáncer de tiroides fue el más común entre la población menor de 18 años, debido a que la leche quedó contaminada con yodo radioactivo. Más de 5 mil niños y adolescentes en Ucrania han fallecido por esta situación.
Diversos estudios indican que las personas que permanecieron cerca de los reactores, desarrollaron leucemia.
Estudios recientes muestran evidencia que relaciona la aparición de cataratas tras exposiciones altas de radiación, debido a que el ojo no cuenta con algún tipo de protección y es una parte sensible.
Las personas desarrollaron problemas físicos y mentales como la ansiedad, esto debido a la pérdida de familiares, un cambio radical en sus vidas y enfermedades a futuro. Una huella que hasta la fecha ha sido difícil de quitar.
26 de abril: aniversario de la explosión de un reactor en la central nuclear de #Chernóbyl. pic.twitter.com/0vIn1zWtZT
— Renzo Vaccarezza (@RenzoVaccarezza) April 25, 2022
Chernóbil no solo expuso la fragilidad de la infraestructura de la energía nuclear de la que la Unión Soviética presumía. El accidente en Chernóbil marcó el comienzo del fin: la disolución del bloque socialista que concluyó en 1991, dando paso a 15 Repúblicas independientes.
Así lo reconoció el propio Mijaíl Gorbachov, último presidente de la Unión Soviética en el 2006: “El accidente nuclear en Chernóbil fue tal vez -incluso más que la perestroika iniciada por mi gobierno- la verdadera causa del colapso de la Unión Soviética. De hecho, la catástrofe de Chernóbil fue un punto de inflexión histórica que marcó una era anterior y una posterior al desastre”.