
La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) de Estados Unidos y la Agencia Espacial Europea (ESA) dio a conocer que por años el suelo ha conseguido acumular grandes cantidades de gases que han llevado a ocasionar un grave efecto invernadero en el planeta. A consecuencia de ello, se externó que en combinación con el calentamiento global, algunos virus y bacterias podría ser liberados en el ambiente.
Por lo anterior, la NASA y la ESA decidieron impulsar una iniciativa llamada ‘Desafío ártico de metano y permafrost', la cual permitirá la investigación de gases invernaderos, pues podrían ser los causantes de la liberación de virus primitivos.
Por su parte, la información publicada en la revista ‘Nature Climate Change’ afirmó que el deshielo permafrost del Ártico, que cubre alrededor de 23 kilómetros cuenta con un millón de años de edad, por lo tanto, fue señalado que es muy antiguo. Por consiguiente, de seguir así se estima que para 2100 desaparecerían más de dos tercios del permafrost cercano a la superficie. Gracias a ello, se confirmó que tras la pérdida de este, podría ocurrir una liberación importante de bacterias, virus desconocidos, radiación, desechos nucleares y otras sustancias.
Se sabe que el permafrost profundo es uno de los ambientes menos expuesto a antibióticos modernos, sin embrago, recientes estudios han señalado que más de 100 microorganismos en el permafrost de Siberia han demostrado ser resistentes a antibióticos conocidos. Debido a ello, se consideró que de ser descongelados podrían crear cepas altamente resistentes y difíciles de controlar.
En el caso del Ártico se ha confirmado que este cuenta con un depósito natural de sustancias como arsénico, níquel y mercurio, pues a lo largo del tiempo la atmósfera logró transportar los productos químicos como el insecticida DDT para después ser congelados; dicho esto, tras su liberación y expansión podría llegar a cubrir el planeta provocando un incremento considerable en el nivel del mar.