No seamos ingenuos, López Obrador ya decidió que la Reforma Judicial será aprobada durante septiembre, antes de que termine su mandato. Ya les ordenó a los legisladores de su bancada que los jueces, ministros y magistrados van a ser elegidos mediante el voto popular. Ya resolvió que habrá de desaparecer el Consejo de la Judicatura Federal… Ya dictaminó que la Suprema Corte de Justicia de la Nación será la nueva víctima de los austericidios institucionales que caracterizaron a la presente Administración. Y no hay nada ni nadie que lo vaya a hacer cambiar de opinión. Una vez más, al presidente López Obrador no le importa la opinión de los expertos. No ha escuchado a los trabajadores del Poder Judicial. Está ignorando, también, a las barras de abogados, a sus adversarios políticos, a los académicos, a los periodistas, a los empresarios y a los intelectuales. Y no hay nadie dentro de su círculo cercano que esté dispuesto a decirle que no.