Más allá de la batalla jurídica por su validez constitucional, la Reforma Judicial está topándose contra el único contrapeso que existe en este momento… la realidad misma. No es lo mismo prometer un Poder Judicial más barato y eficiente, que organizar unas elecciones, que, según se anticipa, serán las más caras, las más complicadas e, incluso, las que tengan menor participación de la historia reciente… Tampoco es lo mismo pretender instaurar una narrativa de triunfalismo y unidad, que enfrentarse, todos los días, a las manifestaciones que los trabajadores del Poder Judicial están realizando. Sin embargo, aun con los números puestos en la mesa y con la inconformidad instalada en las calles, la Cuarta Transformación parece decidida a ignorar estos problemas como se ignoraron los amparos y las suspensiones concedidos contra la Reforma Judicial. El oficialismo parece decidido a llevar a cabo la elección de juzgadores, sin importar el costo político, institucional y económico de este proceso, que, por lo pronto, nos costaría 13 mil millones de pesos.