
La mañana de este miércoles 24 de septiembre, las detonaciones quebraron la rutina en un corredor federal de Dallas, Texas. Un francotirador abrió fuego desde la azotea de un edificio contiguo contra las instalaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y contra una furgoneta con personas bajo custodia. El ataque, dirigido a una zona de acceso y tránsito de detenidos, dejó víctimas entre los migrantes y desató un operativo de seguridad de amplio alcance. Minutos después, el agresor fue hallado sin vida con una herida autoinfligida.
La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) confirmó que un ciudadano mexicano resultó herido y permanece hospitalizado. El Consulado General de México en Dallas localizó a sus familiares, a quienes brinda acompañamiento y asesoría legal, y mantiene contacto permanente con las autoridades estadounidenses para gestionar la visita consular en el hospital. La Unidad para América del Norte expresó, por la vía diplomática, su preocupación, solicitó aclarar plenamente los hechos y demandó acceso sin restricciones al connacional. La SRE reiteró que su red consular en Estados Unidos está comprometida con proteger y defender los derechos de las y los mexicanos en el exterior.
En las primeras horas, la contabilidad de víctimas varió conforme avanzaba la verificación oficial. De inicio se reportó tres lesionados y un fallecido; posteriormente circuló un corte preliminar con dos personas muertas y una herida, todas bajo custodia al momento del ataque. En ambas versiones, el agresor fue encontrado sin vida y no hubo agentes lesionados. El número final de víctimas quedará sujeto a la confirmación oficial tras los peritajes y las notificaciones a familiares.
El tirador fue identificado como Joshua Jahn, de 29 años. De acuerdo con la información preliminar, disparó desde la azotea de un inmueble adyacente, impactó la fachada de la oficina y alcanzó una camioneta situada en la terminal de salida. Tras consumar la agresión, se quitó la vida; su cuerpo fue localizado en el techo del edificio junto a un rifle. Registros recuperados por agentes apuntan a que podría haber residido en Durant, Oklahoma; esa línea se revisa de manera paralela. Hasta ahora no se han difundido más datos personales del atacante.
Los indicios iniciales orientan la pesquisa hacia un posible móvil ideológico. En el sitio se aseguró munición con la leyenda “Anti-ICE”, pieza que, puesta bajo análisis pericial, robustece la hipótesis de un ataque dirigido contra instalaciones y personal de la agencia. Autoridades federales subrayaron, además, que no se trata de un fenómeno aislado, al recordar incidentes previos contra edificios y efectivos del gobierno. En una primera valoración pública se recalcó un contraste doloroso: aunque el blanco simbólico parecerían ser agentes, las víctimas fueron personas bajo custodia, lo que añade una dimensión humanitaria al caso.
La respuesta operativa fue inmediata. Elementos de policía local, equipos tácticos, bomberos y paramédicos cerraron varias cuadras, mientras agentes federales tomaban el control perimetral del complejo de ICE. Los peritos trabajaron, al menos, en dos escenas: la azotea desde la cual se realizaron los disparos y los puntos de impacto en la oficina y en la furgoneta. Se efectuó fijación de trayectorias, aseguramiento de casquillos y de munición no detonada, además de la recolección de video de seguridad, tanto del propio complejo como de edificios aledaños, para reconstruir el minuto a minuto de la agresión y sus rutas de aproximación y retirada.
Desde la perspectiva mexicana, el foco inmediato es la salud del connacional y el respeto a sus derechos en todas las etapas. El Consulado informó que mantiene enlace con el hospital y con las autoridades de investigación para asegurar protocolos de notificación, comunicación familiar y acceso consular, conforme a la Convención de Viena. De ser necesario, la representación brindará asistencia legal y acompañará a la familia en trámites y gestiones posteriores.
El ataque reabre el debate sobre la seguridad en corredores de custodia y accesos a instalaciones federales, así como sobre la vulnerabilidad de vehículos de traslado —furgonetas y autobuses— que operan con horarios predecibles y rutas conocidas. Entre las medidas que suelen recomendarse se encuentran la variación de horarios, puntos de ingreso alternos, blindaje en zonas críticas de impacto, vigilancia reforzada en perímetros altos y azoteas y protocolos de comunicación redundante para choferes y custodios. La reconstrucción de hechos y los dictámenes que deriven de este caso permitirán ajustar o fortalecer esos protocolos en Dallas.
En el plano judicial, el expediente avanza con las tipificaciones que correspondan por homicidio, lesiones y otros delitos federales relacionados con la seguridad de instalaciones y operaciones del gobierno de Estados Unidos.
Mientras se esclarecen los detalles, la SRE y su Consulado en Dallas mantendrán comunicación con la familia del mexicano herido, informarán sobre su evolución médica y acompañarán los pasos que correspondan. La prioridad, insistieron, es la atención integral del connacional, el acceso consular pleno y el seguimiento puntual de la investigación hasta establecer responsabilidades y definir medidas que reduzcan la posibilidad de que hechos como este se repitan. Entre la primera detonación y el cierre del perímetro, Dallas volvió a mostrar un dilema que trasciende una ciudad: proteger la seguridad de instalaciones y servidores sin olvidar que, en el trayecto, hay personas bajo custodia cuya vida depende de cada decisión operativa.