
La imagen, difusa y en blanco y negro, muestra una lancha que corta las aguas a toda velocidad. De pronto, un proyectil la alcanza y la embarcación estalla en una llamarada que ilumina el horizonte del Caribe sur. Se trata de un video, divulgado por Donald Trump y el Comando Sur, que a partir de este martes confirmó el primer ataque militar directo de Estados Unidos contra lo que identifica como narcoterroristas venezolanos, especialmente el llamado Tren de Aragua. El saldo fue de 11 presuntos criminales muertos.
Horas después, el mandatario republicano apareció en la Casa Blanca tras varios días de ausencia por supuestos problemas de salud. Con tono firme, relató que él mismo autorizó disparar contra una lancha rápida que zarpó de Venezuela y transportaba narcóticos ilegales. Ante periodistas, refirió que "literalmente había un barco cargado de drogas, con mucha droga". Después, en redes sociales reforzó la versión con un comunicado oficial acompañado de las imágenes de la explosión.
"Esta mañana, por mis órdenes, las Fuerzas Militares de Estados Unidos llevaron a cabo un ataque cinético contra narcoterroristas del Tren de Aragua identificados positivamente en el área de responsabilidad del Comando Sur. (...) El ataque ocurrió mientras los terroristas se encontraban en aguas internacionales transportando narcóticos ilegales con destino a Estados Unidos. La operación resultó en 11 terroristas abatidos. Ninguna fuerza estadounidense resultó herida en este ataque. Que esto sirva como advertencia para cualquiera que siquiera piense en introducir drogas a Estados Unidos de América. ¡CUIDADO!".
Con esta cita, el republicano dejó en claro que la acción no fue aislada, sino el inicio de una nueva etapa de ofensiva militar contra el narcotráfico.
De acuerdo con funcionarios consultados por medios estadounidenses, la lancha rápida, equipada con cuatro motores, fue seguida durante varias semanas por aviones de vigilancia y sensores que rastreaban los movimientos del Tren de Aragua. Un experto citado por The New York Times estimó que la destrucción de la embarcación pudo haber sido ejecutada por un helicóptero de ataque o un dron MQ-9 Reaper, lo que marcaría un giro frente a las operaciones tradicionales para interceptar cargamentos de drogas.
La operación recibió inmediato respaldo dentro de la administración Trump. El Secretario de Estado, Marco Rubio, ratificó en redes sociales que se trató de un ataque letal contra una organización narcoterrorista extranjera designada oficialmente. "Vamos a enfrentar a los cárteles de la droga dondequiera que estén y dondequiera que operen contra los intereses de Estados Unidos", escribió.
Por su parte, el Secretario de Defensa, Pete Hegseth, anticipó que este fue solo el primero de varios golpes. "Habrá más", advirtió, al comparar la táctica con las misiones antiterroristas empleadas contra células extremistas en Oriente Medio. El Pentágono explicó que estas acciones forman parte de la estrategia para cortar los flujos de cocaína y fentanilo que ingresan a Estados Unidos y responsabilizó directamente a Venezuela como origen de buena parte de la droga.
Desde agosto, Estados Unidos mantiene un amplio despliegue militar frente a las costas venezolanas. La flotilla incluye tres destructores Aegis con misiles guiados, submarinos de ataque, aviones de espionaje P-8 y buques anfibios. En la otra cara de la moneda, fuentes venezolanas señalan que la presencia estadounidense alcanza ocho barcos armados con misiles y un submarino nuclear, lo que ha sido interpretado como una clara demostración de fuerza y poder que eleva la tensión regional.
La operación también se enmarca en una directiva secreta firmada por Trump en julio, la cual autoriza al Pentágono a emplear la fuerza militar contra cárteles latinoamericanos catalogados como organizaciones terroristas. En esa misma línea, Washington incluyó en su lista a otra organización criminal venezolana, el Cártel de los Soles, y ofreció una recompensa de 50 millones de dólares por información que conduzca al arresto del presidente Nicolás Maduro. En febrero de este mismo año, el Departamento de Estado ya había designado al Tren de Aragua como organización terrorista extranjera.
La respuesta desde Caracas no se hizo esperar. El ministro de Comunicación, Freddy Ñáñez, descalificó el video difundido por Washington, asegurando que era un montaje hecho con inteligencia artificial. En su canal de Telegram, acusó a Marco Rubio de manipular pruebas: "Basta ya, Marco Rubio, de alentar la guerra e intentar manchar de sangre las manos del presidente Donald Trump. Venezuela no es una amenaza", señaló a través de la red.
Más tarde, el propio Nicolás Maduro endureció el discurso asegurando que su país enfrenta "la más grande amenaza que se haya visto en América en los últimos 100 años" y advirtió que, de ser agredidos, se declararán "en lucha armada y República en armas". En paralelo, anunció la movilización de tropas regulares y 4.5 millones de milicianos y voluntarios en todo el territorio, con el objetivo de repeler cualquier incursión extranjera.
La acción ha elevado la tensión a niveles inéditos entre Caracas y Washington, pues mientras Estados Unidos acusa directamente a Maduro de encabezar el Cártel de los Soles, al que vincula con la guerrilla colombiana y con cárteles mexicanos, el mandatario venezolano insiste en que su país no representa amenaza alguna y acusa a Norteamérica de buscar un pretexto para justificar una intervención.