Cristiano Ronaldo, ícono del fútbol mundial, volvió a pisar suelo estadounidense este 18 de noviembre para participar en una cena de gala en la Casa Blanca organizada por el presidente Donald Trump. El portugués acudió al evento junto a su prometida, Georgina Rodríguez, como parte de la comitiva del príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman.
Entre los asistentes se encontraban Elon Musk y Tim Cook, cabezas de Tesla y Apple respectivamente, lo que subraya la dimensión diplomática y mediática del evento.
Durante su discurso, Trump dirigió unas palabras especialmente dirigidas hacia Ronaldo al mencionar que su hijo menor, Barron, de 19 años, es un gran admirador del futbolista. “Creo que ahora me respeta un poco más, solo por haberlos presentado”, bromeó el mandatario, en un gesto cargado de simbolismo familiar.
La presencia de Ronaldo no es casual. Desde que firmó con el Al-Nassr de Arabia Saudita, en 2023, se ha convertido en una figura central del proyecto saudí para modernizar su liga de fútbol. Su relevancia trasciende lo deportivo: para Mohammed bin Salman, representa un icono de proyección global.
Por su parte, el propio delantero ha expresado admiración por Trump: en una entrevista reciente con Piers Morgan comentó que el líder estadounidense puede “ayudar a cambiar el mundo” y que le gustaría dialogar con él sobre temas globales.
Además del futbolista, la cena reunió a figuras clave del ámbito internacional. Gianni Infantino, presidente de la FIFA, también estuvo presente, lo que refuerza la conexión entre deporte, diplomacia y negocios.
En definitiva, la participación de Cristiano Ronaldo en la cena de la Casa Blanca representa un capítulo más en su trayectoria internacional, pero también un momento de alto valor simbólico: su figura como embajador deportivo entra de lleno en escenarios de poder, economía y diplomacia.