
Tras casi una semana de una desesperada e incansable búsqueda que se volvió internacional, el asesinato de los músicos colombianos Bayron Sánchez Salazar, de 31 años, conocido en la escena urbana como B-King, y su compatriota Jorge Luis Herrera Lemos, de 35, apodado Regio Clown, fue confirmado por el Gobierno mexicano. Ambos fueron reportados como desaparecidos el 16 de septiembre en Polanco, Ciudad de México, y fueron hallados embolsados y con evidentes huellas de violencia en el municipio mexiquense de Cocotitlán, en un predio cercano a la alcaldía Iztapalapa. El crimen, acompañado de un presunto narcomensaje firmado por La Familia Michoacana, escaló de inmediato a un tema diplomático entre Colombia y México, exhibiendo la brutalidad del crimen organizado y la vulnerabilidad de los artistas extranjeros en el país.
B-King nació en Santander, Colombia, pero fue Medellín la ciudad que lo adoptó como suyo, abriéndole las puertas de los escenarios musicales. Desde 2016 se abrió paso en el género urbano con canciones como Muévete Latina, Me Necesitas, Diosa y Como Yo. Llegó a colaborar con figuras como Nicky Jam y su relación sentimental con la DJ Marcela Reyes lo mantuvo en el foco mediático, especialmente tras haber denunciado amenazas por parte del equipo de Reyes, luego de su ruptura.
En el caso de Regio Clown, originario del Valle del Cauca, era DJ de música urbana y electrónica, además de empresario y coach espiritual. En México había encontrado espacio para sus proyectos, entre ellos un estudio de asesoría de imagen. Contaba con más de 41 mil seguidores en Instagram y, justo antes de perder la vida, publicó un mensaje reflexionando sobre las relaciones humanas: distinguir la compañía genuina de la interesada.
Ambos habrían llegado a México a inicios de septiembre para realizar varias presentaciones en la capital, pues buscaban abrirse paso en el mercado internacional. Las investigaciones apuntan a que el 14 de septiembre organizaron un show en la discoteca ElectroLab, en Álvaro Obregón, bajo el título Sin Censura: Independence Day, y un día después, B-King publicó su último video en redes sociales.
De acuerdo con su mánager, Juan Camilo Gallego, al salir del gimnasio el 16 de septiembre, los músicos comentaron —sin mencionar nombres— que almorzarían con un par de conocidos. Sin embargo, a partir de las 4 de la tarde se interrumpió toda comunicación. Los celulares dejaron de sonar y los mensajes dejaron de llegar. Ya entrada la noche, la alarma creció entre sus colegas, amigos y familiares.
Todo apunta a que la denuncia se interpuso en la Fiscalía de la Ciudad de México y, un día después, en la mañana del 18 de septiembre, las autoridades emitieron las respectivas fichas de búsqueda. En ellas, la Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas detallaba que, la última vez que fueron vistos, B-King usaba una camiseta negra, pants blancos y tenis blancos, mientras que Regio Clown vestía ropa deportiva negra. A la difusión se sumaron reconocidos artistas como J Balvin y Jowell.
Sin embargo, entre el día de la desaparición y la publicación de las fichas, el 17 de septiembre autoridades del Estado de México localizaron dos cuerpos en un terreno baldío del municipio de Cocotitlán, a unos 27.6 kilómetros en línea recta de la alcaldía Iztapalapa, Ciudad de México, y a 43.7 kilómetros aproximadamente del último lugar donde fueron vistos. Los cuerpos estaban desmembrados, metidos en una bolsa blanca a un costado del asfalto y, junto a ellos, trascendió una cartulina con un narcomensaje intimidatorio presuntamente firmado por La Familia Michoacana.
Los restos permanecieron bajo resguardo hasta que, el 21 de septiembre, la desaparición de los dos músicos llegó a oídos del presidente colombiano Gustavo Petro, quien, a través de un primer mensaje en redes sociales, pidió al Gobierno mexicano tomar cartas en el asunto.
La primera respuesta llegó ese mismo día desde la Fiscalía de Sonora, que en un breve comunicado señaló que en esa entidad no se tenía registro, denuncia o indicio de que ambos jóvenes desaparecieran allí y que no había datos que sustentaran la posibilidad de que hubieran acudido a cantar al estado. Poco después hizo lo propio el Gobierno estatal, aclarando que su último paradero fue la Ciudad de México.
Para el 22 de septiembre, el tema llegó a la conferencia matutina de la presidenta Sheinbaum Pardo, quien aseguró dar puntual seguimiento al caso. Sin embargo, poco después de las tres de la tarde lo peor se confirmó: “Asesinaron nuestra juventud en los Estados Unidos de Mexicanos. Mafia internacional fortalecida por la estúpida política militar y prohibicionista, llamada ‘guerra contra las drogas’ a la que obligan a la humanidad y a América Latina. Más jóvenes asesinados por una política antidrogas que no es política antinarcotraficante”.
Para las 4:35 del 22 de septiembre, la fiscalía capitalina difundió un comunicado, señalando haber realizado diversos actos de investigación, recopilando testimonios y videograbaciones que permitieron establecer como hipótesis que su último paradero fue en el Estado de México, por lo que se inició colaboración con las autoridades mexiquenses para realizar una confronta de perfiles y se encontraron evidentes coincidencias. Diecinueve minutos más tarde, la Fiscalía General de la República tomó el caso junto con las fiscalías de Ciudad de México y Estado de México, en coordinación con la Marina, la Sedena, la Guardia Nacional y la Secretaría de Seguridad, según confirmó el Gabinete de Seguridad también en redes sociales.
Mientras avanzan las investigaciones, existe la versión de que en uno de los teléfonos de las víctimas se encontraron mensajes con un hombre identificado como “El Comandante”, lo que valió que el cónsul de Colombia en México, Alfredo Molano, declarara que lo ocurrido “no tiene características de un ajuste de cuentas por microtráfico”. Además, explicó que las víctimas fueron citadas a una reunión, que se les envió un vehículo y que fueron sustraídas de Polanco para ser asesinadas en el Estado de México, rematando que “aquí hay una estructura criminal de alta complejidad. No es un crimen cualquiera”.
Más allá de la indignación diplomática, el caso se suma a la interminable lista de víctimas de un país donde la violencia del crimen organizado sigue marcando la vida pública y donde incluso los sueños de dos músicos que buscaban abrirse paso en el escenario internacional terminaron bajo el sello de la brutalidad. El hecho de que dos artistas extranjeros, jóvenes y en ascenso, fueran secuestrados en Polanco —una de las zonas más seguras y vigiladas de la capital— para aparecer desmembrados con un narcomensaje en el Estado de México, elevó el caso a símbolo internacional de la violencia que se vive en el país. Y es que, a la fecha, México atraviesa una crisis de desapariciones con más de 114 mil personas no localizadas.