Haití enfrenta una crisis profunda y compleja que ha dejado al país sumido en la violencia, la inestabilidad política y la precariedad económica. Desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse, grupos armados han tomado el control de vastas regiones, exacerbando una situación ya de por sí difícil para la población haitiana.
La dimisión de Ariel Henry, el primer ministro en funciones, tras ser impedido de regresar al país desde un viaje a Kenia, ha dejado a Haití sin un liderazgo claro en un momento crítico. Henry ha señalado que la situación actual es el resultado de intervenciones militares y de ayuda humanitaria fallidas impulsadas por actores extranjeros, incluidos Estados Unidos y las Naciones Unidas, junto con una élite local que ha desplazado al Estado haitiano y ha perpetuado la inestabilidad.
El concepto de "Estado dependiente" ha sido central para entender la crisis haitiana. Esta noción sugiere que el país ha sido históricamente tratado como incapaz de gobernarse a sí mismo, lo que ha llevado a políticas y acciones externas que han exacerbado los problemas internos de Haití. Actores como la élite haitiana, con conexiones a la economía global, han sido clave en la implementación de estas políticas foráneas.
En las últimas décadas, hemos visto cómo el Estado haitiano ha sido externalizado, con un 80% de los servicios públicos controlados por actores privados en lugar del Estado. Esta externalización ha incluido incluso aspectos tan fundamentales como la seguridad y el proceso electoral, socavando la capacidad del gobierno para brindar estabilidad y representar a su población.
Las políticas y la ayuda internacional han tenido efectos mixtos en Haití. Mientras que la ayuda humanitaria es crucial para satisfacer las necesidades inmediatas de la población, su implementación ha creado a menudo dependencias a corto plazo y ha obstaculizado el desarrollo sostenible del país. Por ejemplo, la ayuda alimentaria importada puede perjudicar a los agricultores locales y contribuir a la migración interna y la sobrepoblación urbana.
La búsqueda de una transición política ordenada y legítima en Haití es fundamental para superar la crisis actual. Diferentes actores, tanto nacionales como internacionales, han propuesto diversas soluciones, desde consejos de sabios hasta negociaciones políticas respaldadas por Estados Unidos. Sin embargo, cualquier solución que se establezca fuera de la Constitución actual será cuestionada en cuanto a su legitimidad.
Las bandas criminales en Haití son un síntoma de la profunda inestabilidad y el vacío de poder creado por las intervenciones internacionales y la incapacidad del Estado para representar y proteger a su población. Estos grupos armados han prosperado en un contexto de desigualdad, exclusión y falta de oportunidades para la mayoría de la población haitiana.
La resistencia y la capacidad de organización del pueblo haitiano son fundamentales para superar la crisis actual. A pesar de los obstáculos, la sociedad civil y las organizaciones locales han demostrado su capacidad para encontrar soluciones y responder a las necesidades de la población. Sin embargo, para que la ayuda internacional sea efectiva y sostenible a largo plazo, debe ser proporcionada de manera que apoye y fortalezca los esfuerzos locales, en lugar de socavarlos.
En conclusión, Haití se encuentra en una encrucijada crítica que requiere una respuesta coordinada y sostenida tanto a nivel nacional como internacional. Es crucial que los actores internacionales reconozcan y respeten la autonomía y la capacidad del pueblo haitiano para determinar su propio futuro y buscar soluciones a los desafíos que enfrenta.
@luisabinader GOBIERNA PARA LOS DOMINICANOS TRAIDOR,QUE ES DE LA RD QUE ERES EL PRESIDENTE,NO DE HAITI Y LOS HAITIANOS. QUE EL PROBLEMA DE LOS HAITIANOS ES EN HAITI QUE TIENEN QUE RESOLVERLO, NO EN LA RD GASTANDO EL PRESUPUESTO DEL PUEBLO DOMINICANO. Vamos a salvar la RD. pic.twitter.com/7akD15aq4S
— Mujeres En Accion.dp (@daniela70300023) April 22, 2024