Todo santo tiene un pasado y
todo pecador tiene un futuro.
Oscar Wilde
No es fortuito. A los 19 años en Michoacán, durante unos ejercicios espirituales de 8 días en silencio, un alacrán güero, grande y letal tuvo a bien meterse en uno de mis tenis. Yo pretendía salir a correr y al meter el pie, evidentemente me inyectó todo su veneno; no habían pasado ni 2 minutos cuando tenía toda la pierna dormida hasta la cadera. Pasé algunos días malos (las noches fueron aún peores) y hoy que lo escribo hasta risa me da, pero aquel día viví terror. Sin duda, el miedo tiene memoria: se queda pegado en distintas partes del cuerpo, del inconsciente.
La semana pasada un alacrán me picó en el hombro, solo que en esta ocasión no inyectó todo su veneno. Tras el piquete sentí que algo no estaba bien, me quité mi chamarra de mezclilla y lo vi ahí: ni tan grande ni tan letal como el de Michoacán, pero fue suficiente mirarlo y sentir el calor de su efecto en mi piel, para inmediatamente quedarme sin habla y ponerme pálida. No sucumbí al terror: hice caso al famoso “no grite, no corra, no empuje”. Lo miré salir de mi chamarra de regreso hacia el pasto. Había salido vivo él de quedar atrapado entre un pedazo de tela y mi piel. También, había salido viva yo de la experiencia de encontrarlo.
El caso es que en el mismo día y con pocas horas de diferencia: un colibrí y un alacrán, como diría una gran amiga, el “El Yin y el Yang”. Muchas veces no entendemos qué es eso y lo andamos nomás repitiendo por ahí (como muchas otras cosas). El famoso Ying Yang son dos conceptos del taoísmo, utilizados para representar la dualidad de todo lo que existe en el universo y describe las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias que se encuentran en todas las cosas.
Más allá de lo que cada uno quiera o no creer y pensar sobre el poder y el significado de los animales e insectos, lo que recordé son dos cosas: que el miedo paraliza, pero depende de nuestra inteligencia, voluntad y fuerza seguir adelante a pesar del miedo (más bien con el miedo como compañero) y que tenemos esa posibilidad de ser en un mismo día (o en un mismo instante) colibrí y alacrán.
@maribelquirogaf