
Kelvin, de 24 años, fue detenido en Jalisco por asesinar a Karla con un fusil AR-15, arma homicida que, al momento, permanece desaparecida. Pero lo más alarmante no es solo el asesinato registrado en tiempo real, ni la desaparición del arma de uso exclusivo del Ejército, sino que este mismo sujeto ya había sido procesado por abuso sexual infantil… y, aun así, lo dejaron libre.
Hoy, esta y otras incógnitas giran en torno al responsable de cimbrar al país con un caso más que, se espera, no quede en la impunidad.
Kelvin no era un desconocido para las autoridades. En 2019 ya había sido vinculado a proceso por corrupción de menores, luego de haber sido detenido en un motel junto a adolescentes de entre 13 y 17 años.
En ese entonces se le relacionó con una pandilla que operaba en la colonia Oblatos de Guadalajara, conocida como “Los Porkys”, y señalada por explotar sexualmente a menores de edad. Sin embargo, en aquella ocasión logró obtener una suspensión condicional del procedimiento y recuperó su libertad.
Hoy, seis años más tarde, volvió a atacar y esta vez terminó con la vida de una mujer que no tuvo siquiera la oportunidad de defenderse.
El gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, confirmó el arresto a través de su cuenta de X con una frase que buscó proyectar contundencia: “En Jalisco, el que la hace, la paga”. Pero Kelvin ya lo había hecho antes… y no había pagado nada.
El atentado ocurrió la madrugada del 12 de julio en la colonia Balcones de Oblatos, al oriente de Guadalajara. Eran las 2:29 de la mañana cuando una cámara de vigilancia captó el momento exacto del ataque. En las imágenes se observa cómo Karla discute con el hombre que hoy es acusado de feminicidio. Vestía una sudadera azul, un pantalón gris y tenis blancos. Tenía poco de haber llegado en una camioneta blanca Chevrolet Equinox, modelo 2010, con placas de Durango.
Ella vestía una playera de tirantes gris y un pantalón claro. Sostenía una escoba que utilizaba para golpear el parabrisas del vehículo mientras le exigía que se fuera. La discusión sube de tono y él procede a abrir la puerta trasera de la camioneta para sacar lo que hoy sabemos era un fusil AR-15… y atacarla a quemarropa.
Karla murió en el lugar. Tenía 28 años y era madre de una niña de 12. Vivía en esa casa junto a su hija y sus padres. Horas después, el video comenzó a circular en redes sociales y medios de comunicación, convirtiéndose en un símbolo de la impunidad y la violencia feminicida en Jalisco.
Durante los primeros días de la investigación, se dijo que Kelvin era expareja de la hoy víctima. Sin embargo, pronto salió su familia para disipar rumores, dejando en claro que su relación era meramente amistosa. Aunque Cinthya Rodríguez, integrante del colectivo Sororas Violetas, reveló a medios que Kelvin llevaba meses acosando a Karla, pues le insistía para tener una relación sentimental con ella.
Nunca presentó una denuncia formal, pero quienes la rodeaban sabían del hostigamiento y los constantes rechazos. Esa madrugada, Karla no huyó. Lo enfrentó… y lo echó. Él respondió con balas calibre .223.
El caso fue atraído por la Unidad Especializada en Feminicidios de la Fiscalía de Jalisco y se ha investigado con perspectiva de género. Al grado que, en horas posteriores al crimen, la camioneta del agresor fue localizada afuera de un domicilio en Tlajomulco de Zúñiga, donde vivía una expareja de Kelvin.
Como parte de las diligencias, la Fiscalía ejecutó cuatro cateos en inmuebles vinculados a Kelvin, incluyendo un taller de laminado y pintura donde trabajaba. Finalmente, el 21 de julio fue localizado en un domicilio de la colonia Loma Dorada, en el municipio de Tonalá. Lo detuvieron sin oponer resistencia y fue trasladado al penal de Puente Grande, donde será procesado por feminicidio con agravantes: el uso de un arma prohibida, la premeditación y los antecedentes previos de abuso.
El caso de Karla provocó diversas movilizaciones en Guadalajara, donde grupos feministas y organizaciones de la sociedad civil exigen justicia, una sanción ejemplar para Kelvin y una revisión profunda de las decisiones judiciales que han permitido que agresores sexuales continúen en libertad.
En respuesta, el gobierno de Jalisco anunció el reforzamiento del programa Pulso de Vida, una estrategia de prevención y respuesta inmediata que incluye la instalación de más de dos mil zonas seguras conectadas al C5, dispositivos de rastreo para agresores, botones de emergencia y una red de instituciones para la atención a mujeres víctimas de violencia. También se anunció la expansión de dichas áreas a centros comerciales del Área Metropolitana.
“En Jalisco, el que la hace, la paga”, repitió el gobernador Lemus. Pero esta vez, la justicia llegó muy tarde.