
Tras casi dos décadas en prisión preventiva, Israel Vallarta Cisneros, de 55 años, dejó el penal del Altiplano, en el Estado de México, para reunirse nuevamente con su familia y enfrentar la ola de críticas y señalamientos que pesan en su contra por supuestamente liderar la banda de secuestradores “Los Zodiaco” junto con su entonces pareja sentimental, Florence Cassez.
Su nombre quedó marcado en la historia de México y Francia desde el 8 de diciembre de 2005, fecha en que la Agencia Federal de Investigación, bajo el mando de Genaro García Luna, lo detuvo junto a la extranjera Florence Cassez en el rancho “Las Chinitas”, ubicado en la carretera México–Cuernavaca. Ahí, según autoridades, planeaban desarticular una peligrosa célula delictiva que habría comenzado a operar desde el 2000 en la Ciudad de México y que amplió sus actividades ilícitas al Estado de México y Morelos, durante el sexenio de Vicente Fox.
Al día siguiente, en televisión nacional se transmitía un presunto operativo que, aseguraban, ocurría en vivo.
En las imágenes, Vallarta fue exhibido esposado y adolorido, mientras era interrogado por Luis Cárdenas Palomino, mando de alto rango en la extinta Policía Federal y brazo derecho del exsecretario de Seguridad, Genaro García Luna. Frente a las cámaras, se le obligaba a admitir su participación en distintos delitos junto a Cassez.
Mostraban armas, credenciales y supuestas víctimas recién liberadas que agradecían a la AFI. Poco después se sabría que aquel despliegue fue un montaje armado por la propia agencia para mostrar supuestos resultados.
Nacido el 16 de julio de 1970 en el sur de la Ciudad de México, Vallarta creció en una familia trabajadora y unida, según allegados. Quienes lo conocieron lo describen como un niño sociable, cercano a sus padres y hermanos, con gran interés por la tecnología y las computadoras.
Trabajó en empresas como Bardahl y Pepsi-Cola, donde ascendió a puestos de supervisor y gerente. Posteriormente se sumó a un negocio familiar de compraventa de automóviles e incursionó en otros proyectos, entre ellos una clínica de belleza en Guadalajara, donde conoció a Sébastien Cassez, hermano de quien más tarde sería su pareja.
Se casó en cuatro ocasiones; del tercer matrimonio nacieron sus mellizos, Brenda e Israel. Su actual pareja es la activista Mary Sainz, quien se convirtió en su principal defensora.
Con el tiempo, Vallarta declaró haber sido víctima de torturas físicas y psicológicas: relató que fue golpeado, despojado de su ropa, atado y amenazado para simular el operativo. Señaló que permaneció casi dos meses sin poder caminar debido a lesiones en la columna sufridas durante su estancia en prisión.
Contó también que pasó varios días en celdas de castigo y prolongados periodos de incomunicación en una celda sin ventanas, desnudo y con agua estancada hasta los tobillos, aprendiendo a dormir de pie por falta de mobiliario, según escribió en una carta enviada a la periodista Anabel Hernández.
El escándalo creció en febrero de 2006, cuando un programa transmitido en cadena nacional exhibió las contradicciones de la versión oficial. La PGR reconoció entonces que la transmisión fue una escenificación.
El expediente judicial nunca logró sostener las acusaciones. Según la versión oficial, Vallarta y su hermano Mario encabezaban una red de secuestro durante ocho años, pero las pruebas nunca se acreditaron. Aun así, el caso fue presentado como ejemplo del combate al crimen organizado, aunque con el tiempo se convirtió en uno de los símbolos más claros de la crisis de credibilidad del sistema de justicia mexicano.
La decisión de su liberación quedó en manos de una jueza federal que, 19 años después, resolvió que la Fiscalía General de la República no acreditó su responsabilidad en secuestro, delincuencia organizada ni posesión de armas y cartuchos exclusivos del Ejército, por lo que ordenó su liberación inmediata. Poco antes de las 10 de la mañana de este primero de agosto, pudo reencontrarse con sus seres queridos y los medios de comunicación.
El tema llegó hasta la conferencia matutina del Gobierno de México, donde se pronunciaron tanto la presidenta Claudia Sheinbaum como la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez.
Con esta resolución se cierra judicialmente un episodio marcado por abusos, tortura y un montaje televisado que, hasta la fecha, divide opiniones. Israel Vallarta, con 55 años, busca ahora retomar su vida tras haber sido encarcelado a los 35.