
El reloj marcaba las cinco de la mañana cuando el estruendo de las motos y los primeros disparos rompieron el silencio en San Pablo Atlazalpan. En una casa de lámina, al final de la calle Reforma, Dulce, de 12 años, estaba con su madre y su hermano menor. No alcanzó a correr.
Los agresores no preguntaron. Entraron directo y comenzaron a disparar. Afuera, las motos encendidas. Adentro, el eco seco de las balas rebotando en las paredes. Dulce recibió los impactos en el pecho y en las piernas. Su hermano escapó por un campo de siembra. Su madre, Bianca, apenas tuvo tiempo de gritar.
En segundos, todo quedó en silencio. Los atacantes huyeron por donde llegaron. En el suelo, Dulce ya no respondía.
La llegada de la ayuda
Vecinos, alertados por el ruido, llamaron a la policía. Minutos después, una patrulla y una ambulancia se estacionaron frente a la casa. Los paramédicos entraron rápido, revisaron a la niña… y confirmaron que no había nada que hacer. Afuera, los abuelos de Dulce, que también vivían allí, se abrazaban sin entender.
La Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) colocó sellos de aseguramiento en la entrada. Adentro quedaron las huellas de la violencia: muebles volteados, manchas de sangre, paredes perforadas.
El objetivo no era ella
La primera versión hablaba de una deuda económica, similar al caso de Fernando, el niño de 5 años asesinado hace una semana en Los Reyes La Paz. Pero el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, lo aclaró en la Mañanera: “Cuando llegan los agresores buscando a la pareja de la mamá de la menor, este sujeto se logra escapar y los agresores matan a la niña”.
El padrastro de Dulce, presunto objetivo del ataque, no ha sido localizado.
El contexto que indigna
El asesinato de Dulce ocurre a días de que el país se estremeciera con la historia de Fernando, secuestrado y asesinado por una deuda de mil pesos. Dos niños, dos muertes violentas, dos familias destruidas… y un mismo escenario: la violencia en el Estado de México.
La presidenta Claudia Sheinbaum advirtió que casos así no deben repetirse. “Es importante que no se vuelva a dar una situación en la que las autoridades no apoyen de manera oportuna a las víctimas”, dijo.
Investigación y búsqueda
La FGJEM abrió una carpeta por feminicidio y revisa cámaras de seguridad en la zona para ubicar a los responsables. Hasta ahora no hay detenidos. Policías estatales y municipales mantienen operativos en comunidades cercanas.
En San Pablo Atlazalpan, los vecinos todavía hablan en voz baja del ataque. Algunos dicen que escucharon al menos 28 detonaciones. Otros cuentan que Dulce era alegre, que ayudaba a su abuela y que le gustaba jugar con su hermano en el patio.
En la fachada de la casa, los agujeros de bala siguen visibles. Adentro, el silencio pesa más que el ruido de aquella madrugada.