
A plena luz del día, en una de las avenidas más transitadas de la Ciudad de México, dos funcionarios del gobierno capitalino fueron asesinados de manera directa y brutal: Ximena Guzmán Cuevas, secretaria particular de la jefa de Gobierno Clara Brugada, y José Muñoz Vega, su asesor.
Ambos fueron ejecutados por un sicario que los acechaba a unos metros de la estación Xola del Metro capitalino.
El ataque ocurrió alrededor de las 7 de la mañana del martes 20 de mayo, en el cruce de Calzada de Tlalpan y la calle Napoleón, colonia Moderna, en la alcaldía Benito Juárez.
La camioneta negra marca Audi era conducida por Ximena, quien se había detenido unos instantes para recoger a José, como lo hacía regularmente. Él caminaba por la banqueta para abordar el vehículo por la puerta del copiloto.
Fue entonces cuando un sujeto vestido de blanco y portando un casco de motociclista se colocó frente al vehículo, simulando esperar transporte público. En milésimas de segundo, sacó un arma de una mochila y con la mano derecha disparó de forma frontal y a quemarropa contra la conductora. Luego giró hacia José y también abrió fuego contra él, accionando su arma en al menos 10 ocasiones.
Él cayó en el asfalto de manera inmediata. Dentro del vehículo, Ximena ya no reaccionó. La camioneta avanzó lentamente hasta subirse a la banqueta y chocar contra un poste de emergencia del gobierno capitalino, mientras el agresor rodeaba el vehículo y huía corriendo en sentido contrario al tránsito.
Según testigos, el agresor descendió por las escaleras del bajo puente para cruzar hacia el otro lado de la avenida, donde lo esperaba una motocicleta conducida por un cómplice.
Ese vehículo podría coincidir con una moto marca Dominar 400 con placas de Querétaro, hallada abandonada a menos de un kilómetro del lugar del crimen, sobre la calle Rubén Darío.
Mientras los agresores huían, en el Salón Tesorería de Palacio Nacional la presidenta Claudia Sheinbaum encabezaba su conferencia matutina. La secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, presentaba información cuando la tensión en el recinto se hizo evidente. Omar García Harfuch, secretario de Seguridad, se levantó en dos ocasiones para mostrarle su celular a la mandataria. Minutos después, abandonó brevemente el salón para realizar una llamada telefónica.
Tras retomar su lugar, la presidenta Sheinbaum confirmó el asesinato durante su intervención. Prometió justicia y aseguró el respaldo del Gobierno Federal en la investigación.
Ximena Guzmán era socióloga, egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana. Desde 2006 se desempeñaba en el servicio público. Había sido subdirectora de giras, secretaria particular en la alcaldía Iztapalapa y actualmente era la mano derecha de Clara Brugada.
Por su parte, José Muñoz tenía una sólida carrera en el ámbito legislativo y administrativo. Había sido asesor en el Congreso, la Asamblea Constituyente y distintos gobiernos locales. Fue coordinador de asesores en Iztapalapa y fungía como enlace con cuerpos de seguridad. Su perfil era técnico, reservado, pero clave dentro de la administración.
Clara Brugada ofreció una conferencia desde el Palacio del Ayuntamiento, visiblemente afectada. Describió a Ximena como una mujer incansable y a José como una persona brillante, responsable y entrañable.
El secretario de Seguridad Ciudadana, Pablo Vázquez, condenó el ataque a través de redes sociales y aseguró que “no habrá impunidad”.
Hasta ahora se desconoce el móvil del crimen. Lo único claro es que fue premeditado, planeado y dirigido contra dos figuras clave del gobierno de la ciudad.
Mientras la investigación avanza, la Secretaría de Seguridad y la Fiscalía General de Justicia de la CDMX analizan decenas de imágenes captadas por cámaras de vigilancia para reconstruir la ruta de escape y dar con los responsables.
Las muestras de solidaridad no se han hecho esperar. Funcionarios, activistas, ciudadanos y líderes políticos han expresado su indignación. No se trata solo de otra tragedia por violencia urbana. Es un golpe directo al corazón político de la capital.
La ciudad está de luto. Y la presión para que el crimen no quede impune, crece con cada hora.