
El regreso de Victoria’s Secret Fashion Show no solo marcó el retorno de una marca que intenta rehacerse tras años de críticas. También significó el instante en que Karol G dejó de ser únicamente una estrella del pop latino para convertirse en símbolo de una nueva generación que exige estar en todos los escenarios, incluso los que durante décadas pertenecieron a otros cuerpos, otras voces, otros idiomas.
El regreso de una pasarela y la irrupción de un acento
La Quinta Avenida de Manhattan volvió a llenarse de luces, cámaras y el rumor de los reflectores. En el edificio principal de Victoria’s Secret, transformado en escenario, desfilaban los nuevos rostros del rebranding: modelos de distintas tallas, nacionalidades y tonos de piel. La marca buscaba mostrar otra cara, menos irreal, más humana. Pero lo que realmente detuvo el aire fue la entrada de Karol G.
Con un conjunto rojo de encaje y las alas emblemáticas, caminó hacia el centro mientras sonaba el primer acorde de Ivonny Bonita. No hubo playback ni artificio: cantó en vivo, con voz firme y sonrisa contenida, consciente del peso histórico del momento. En la platea, los aplausos no eran solo por la música; eran también por la carga simbólica de ver a una mujer latina, nacida en Medellín, tomar un espacio que antes fue reservado para una sola versión de la belleza.
Una historia que empezó lejos de las luces
Quienes la siguen desde sus primeros años saben que Carolina Giraldo Navarro, antes de convertirse en La Bichota, creció rodeada de montañas y música en el Valle de Aburrá. Desde adolescente soñaba con escenarios grandes, pero nunca imaginó que uno de ellos tendría alas y seda. Durante mucho tiempo, el Victoria’s Secret Fashion Show representó la cúspide del glamour anglosajón. Hoy, ella es parte de su reinvención.
El desfile de 2025 fue más que un retorno comercial. Después del escándalo por la falta de inclusión y las acusaciones de explotación, la marca buscó una narrativa distinta: integrar artistas que encarnaran diversidad y autenticidad. Por eso Karol G no fue un adorno, sino una declaración. Su actuación con Latina Foreva convirtió la pasarela en una pista de baile. Las modelos acompañaron el ritmo; la coreografía combinaba fuerza, movimiento y gesto libre. Fue la primera vez que el show sonó a reguetón.
Colombia en la pasarela
Mientras ella cantaba, otra colombiana se preparaba entre bastidores: Valentina Castro Rojas, modelo nacida en Tumaco, quien también hizo historia al ser la primera de su país en desfilar para la marca. Juntas, sin compartir escena directa, representaron un mismo relato: el de un país que aprendió a exportar su cultura más allá del cliché tropical.
Castro apareció minutos después con un diseño plateado. Su andar fue sereno, seguro. No hubo espectáculo ni exageración, solo una presencia contundente. En el rostro se le leía la emoción de saberse parte de algo más grande.
El significado de un sueño cumplido
Horas antes del desfile, Karol G publicó una imagen de espaldas, vestida de ensayo, frente a un espejo. No hubo frases, solo un corazón rojo. La publicación bastó para incendiar las redes. Para muchos, era la antesala de un logro simbólico: el reconocimiento de la mujer latina como protagonista global, no como invitada ocasional.
Esa noche, cuando las luces se apagaron y las alas rojas cubrieron el escenario, la cantante no solo cerró un número musical: selló una transición. De los conciertos multitudinarios a las pasarelas de lujo, de la tarima urbana al universo de la moda, Karol G ha expandido su territorio sin perder su origen.=
Una marca que busca redimirse
El Victoria’s Secret Fashion Show 2025 fue, en muchos sentidos, una operación de rescate. Después de su cancelación en 2019, la empresa enfrentó críticas por su exclusión de cuerpos diversos y por los vínculos de su fundador con figuras polémicas. La edición de este año intentó redibujar esa historia con un elenco amplio, mensajes de sororidad y artistas que representaran nuevas generaciones.
En escena también estuvieron Missy Elliott, Madison Beery y el grupo coreano Twice. Cada presentación se hiló como parte de una narrativa de cambio. Pero fue el bloque latino el que marcó la diferencia: coreografías llenas de energía, luces en tonos cálidos, un público que se levantó de sus asientos.
Entre París y Nueva York, el mapa de una expansión
La aparición de Karol G en Nueva York llega pocas semanas después de su residencia en el cabaret Crazy Horse de París, donde se convirtió en la primera artista latina invitada a ese escenario. Durante cuatro noches fusionó reguetón, burlesque y performance, en un espectáculo llamado Totally Crazy. Esa residencia fue el preludio de lo que vendría: el salto hacia la moda, la confirmación de que su figura excede la música.
Desde entonces, su agenda se ha vuelto un itinerario de hitos. En menos de un año ha llenado estadios, encabezado festivales y, ahora, tomado la pasarela más famosa del mundo. La estrategia es clara: conquistar todos los territorios sin perder el idioma.
Las redes como termómetro
Al cierre del evento, la etiqueta #KarolGxVictoriasSecret acumuló millones de menciones. Usuarios de distintos países replicaron fragmentos del desfile y capturas del momento en que extendió las alas. Los mensajes coincidían: orgullo, emoción y reconocimiento. La crítica especializada, que en otras ediciones fue severa, esta vez resaltó la coherencia entre la reinvención de la marca y la autenticidad de la artista.
Más que moda
Lo que ocurrió esa noche fue más que un desfile. Fue un gesto cultural. La música urbana, nacida en barrios marginados, se encontró con la pasarela que alguna vez dictó el canon de la elegancia. En el centro, una mujer colombiana demostró que el poder de la representación va más allá del sonido o la silueta: se trata de ocupar los espacios que antes parecían inaccesibles.