
Warner Music México lanzó la colaboración como parte del álbum homenaje Somos Frijoleros, que celebra tres décadas de la banda capitalina. Pero más que un festejo nostálgico, esta versión llega como una declaración en un año en el que las tensiones migratorias y los discursos antiinmigrantes vuelven a ocupar titulares.
De protesta callejera a producción urbana
En su versión original, incluida en Dance and Dense Denso (2003), Frijolero tenía la crudeza de un mensaje directo: un rap-rock áspero, guitarras afiladas y versos que no pedían permiso para incomodar. Molotov incluso dedicó el tema a Donald Trump antes de que fuera presidente, como rechazo a su retórica antimexicana.
Ahora, más de dos décadas después, Belinda y Snow Tha Product trasladan ese mensaje a un espacio distinto. La producción, a cargo de Marcelo Rivera Levy y Toy Selectah, mezcla corridos tumbados —símbolo de la música urbana mexicana actual— con bases de hip hop contemporáneo. El resultado es un sonido más pulido, más digital, pero que no renuncia al filo de la letra.
Belinda aporta una interpretación calculada: un tono melódico que baja la guardia para luego soltar frases con firmeza. Snow Tha Product entra con un flow rápido, casi atropellado, que inyecta energía y reafirma la postura combativa del tema.
Expectativa y reacción en tiempo real
Días antes del estreno, Belinda publicó en Instagram un breve adelanto: apenas 20 segundos y la frase “Arriba México”. El clip, acompañado por imágenes de murales y banderas, acumuló más de un millón de reproducciones en horas. En los comentarios, algunos celebraban la audacia de que una estrella pop asumiera un tema con tanta carga política; otros pedían que se mantuviera en su zona de confort musical.
Con el lanzamiento, las redes se partieron en dos. En X (antes Twitter), un usuario escribió: “Hoy salió Frijolero de Belinda y es la canción que no sabía que quería desde hace mucho”. Otro comentó: “Solo necesitaba a Belinda cantando Frijolero”.
Pero también hubo rechazo: “Súper hiper mega white washed”, publicó alguien, y en Instagram otra usuaria dejó claro: “No más, queremos pop”. La división era previsible: la nueva versión suaviza la agresividad sonora del original, pero intenta mantener su esencia contestataria.
Un homenaje que conecta generaciones
El álbum Somos Frijoleros reúne a distintas voces de la música latina para reimaginar el legado de Molotov. La idea es tender un puente entre quienes crecieron con su irreverencia y una generación que consume playlists urbanas en plataformas de streaming.
En esta colaboración, la voz de Belinda, con más de 20 años de carrera, se encuentra con la de Snow Tha Product, artista nacida en San José, California, e hija de migrantes mexicanos. Ella ha hecho del rap bilingüe su sello y ha usado su música para hablar de identidad latina, empoderamiento femenino y vida en la frontera.
La sombra de Trump y el eco político
Aunque ni Belinda ni Snow han dicho que su versión sea un mensaje dirigido a Donald Trump, el fantasma del expresidente recorre cada verso. No solo porque Molotov lo señaló en su momento, sino porque en 2025 su figura vuelve a ocupar el centro del debate electoral estadounidense, con propuestas que reavivan viejas tensiones migratorias.
Cantar Frijolero hoy no es un ejercicio neutral: es plantarse frente a un contexto que, aunque distinto al de 2003, sigue marcando la relación entre México y Estados Unidos. El “arriba México” con el que cierra la canción no suena a adorno, sino a una respuesta que atraviesa micrófonos y fronteras.
Entre riesgo y oportunidad
Belinda asume un riesgo evidente: tocar un tema con un peso cultural enorme y una base de fans que no siempre coincide con su público habitual. Snow Tha Product, por su parte, le da autenticidad desde la experiencia personal de quien vive el día a día de la frontera.
La producción cuida los detalles: microtexturas en el beat, guitarras filtradas como guiños al original, pausas que permiten respirar la letra. El video oficial, aún pendiente de estreno, promete reforzar el mensaje con visuales que mezclan estética urbana y símbolos patrios.
La vigencia de un reclamo
A más de veinte años de su lanzamiento, Frijolero sigue siendo un espejo incómodo. Lo fue cuando Molotov lo gritaba desde un escenario lleno de distorsión, y lo es ahora que dos mujeres lo cantan desde un espacio más urbano y globalizado. Las palabras siguen doliendo porque el problema sigue ahí: el racismo, la discriminación y la desigualdad para los latinos en Estados Unidos.
Esta nueva versión no reemplaza al original. Lo complementa. Lo reinterpreta para que, en lugar de quedarse como un recuerdo de inicios de siglo, siga vivo en playlists, algoritmos y, sobre todo, en la conversación pública.